LA TELARAÑA: Uno de mayo

martes, mayo 1

Uno de mayo


La Telaraña en El Mundo.





 Con los años hay fechas que adquieren cierta solera propia, cierto peso inconfundible en el calendario de los días. Hoy es una de esas fechas. Uno de mayo. Tal día como hoy, hace siglos, me recuerdo (sin estar seguro, la verdad, de que las imágenes que revolotean en mi memoria no sean una pesadilla o una ficción del NODO) tumbado y dando saltos, formando círculos y quizá escuadras y hasta escuadrones malabares sobre el césped verde del Luis Sitjar con motivo de alguno de esos juegos florales que se organizaban, en los colegios, a mayor gloria de un régimen que contraprogramaba las manifestaciones obreras de las centrales sindicales, proscritas entonces, con policía en las esquinas, con partidos de fútbol en la televisión y con demostraciones así de festivas, rumbosas y familiares.
 Luego, mucho más tarde, también un uno de mayo en Valencia, conocí el miedo y padecí la indefensión, la incontinencia verbal y la violencia en los furgones en llamas de los antidisturbios como también en algún que otro pub de Benimaclet donde grupos de jóvenes pandilleros cuyo sueño personal era trabajar de policías nacionales (y sé de varios que lo consiguieron) patrullaban la noche buscando apalear universitarios. Ese descubrimiento de la propia fragilidad, ese conocimiento del terror me dejó alguna que otra secuela, pero no, en absoluto, ningún tipo de dolor o remordimiento. Al contrario. Ese día -esos días que circunscribo al uno de mayo- aprendí muchísimo, con sólo diecisiete años, sobre mis límites y, por lo tanto, mis posibilidades, sobre mi valor o cobardía, sobre mis reflejos y mi insuperable capacidad de salir corriendo cuando empezaban a llover los palos. Faltaría más.
 Las cosas, ahora mismo, parecen ser mucho más complicadas que antaño. Casi ya no quedan trabajadores y los que quedan ya no son aquella clase social exclusiva y vanguardista que, en realidad, nunca fueron. La vanguardia viaja ahora desde las justas, lógicas y airadas reivindicaciones de los pensionistas (que somos y queremos ser todos) a la parafernalia racista y sectaria, al pulso anti demócrata de los nacionalismos soberanistas. ¿Ya no existe, pues, una vanguardia que merezca ese nombre?
 Quizá -aunque reconozco que la idea no me gusta ni poco ni mucho- la vanguardia sea, en la actualidad, el feminismo. Abro los ojos, leo algunas frases de amigas y conocidas en las redes sociales durante estos días de violaciones en manada y pienso, con tristeza, que algo no funciona como debiera si se generalizan la vergüenza y el despropósito de que una mujer (normal y corriente) vea detrás de cada hombre (normal y corriente), antes que cualquier otra cosa, una terrible y dolorosa amenaza. Y si, por desgracia, así es el mundo, que lo paren: yo me bajo.




Etiquetas: , ,