LA TELARAÑA: La casa de todos

martes, mayo 15

La casa de todos


La Telaraña en El Mundo.





 Es verdad que cada uno decora su casa como quiere. Si es que hay casas de alguien, como cantaba Jaume Sisa, con la voz rota, y todos los héroes de los comics y tebeos, todos los protagonistas, en definitiva, de nuestro universo cultural, desde Jaimito y los Reyes Magos hasta Frankenstein, Drácula y Tarzán, desde King Kong hasta el Capitán Trueno, desde Charlot, Obélix, Bambi y Moby Dick hasta Popeye iban desfilando como si la ficción y la realidad fueran la misma cosa que, por supuesto, son, y no existiera otro lugar mejor en nuestras vidas donde todos ellos pudieran reunirse que en nuestra propia casa, entre nuestros libros y recuerdos, nuestra pizarra arrasada de garabatos de tiza, nuestra mesa del comedor repleta de migajas de pan abandonadas, nuestro escritorio convertido en un puzle inmenso donde cada día colocamos una pieza nueva y desechamos otra u otras, porque el paisaje de la existencia va cambiando con nosotros y hay que atender a las mutaciones y exigencias, al futuro que se nos abre una y otra vez cuando alguna vía parece cerrársenos para siempre. No hay problema, todo se abre y se cierra de continuo: quizá para que no nos aburramos.
 El que no parece aburrirse es Aligi Molina. El concejal de Igualdad ha convocado un concurso, con un presupuesto de ocho mil euros, ahí es nada, para realizar un grafiti que sirva para rendir homenaje a las camareras de piso que trabajan en la capital balear. Hay que reconocer que este hombre está en todo. Las más de treinta mil camareras de pisos que trabajan, precaria y sudorosamente, en Palma tendrán de este modo su rinconcito privado en la estación de la calle Antas de Ullà, en el Arenal, y podrán, tal vez, peregrinar hasta ahí para consolarse de sus penas con la prueba irrefutable del cariño que el Ayuntamiento así les demuestra, con unos grafitis pagados con el dinero de todos.
 Así va pasando, como pasa casi todo en esta vida, esta legislatura larga y también tediosa, esta legislatura ideológica y también nacionalista, estos años de brindis al sol continuos y también voraces, esta legislatura donde lo único que se ha intentado es demoler Sa Feixina o dejar Palma sin terrazas o acabar de una vez por todas con el turismo, esta legislatura donde a falta de obras y servicios hemos padecido una sobredosis de gestos y declamaciones, una insolación tumefacta de poder o la pesada broma, en fin, de ver cómo se intenta convertir la realidad en un artefacto sobre el que cada intervención nos cuesta lo que no tenemos sin que, por desgracia, nada cambie ni tampoco mejore, sin que nada se solucione en alguna medida, sin que nada ni nadie coja los cuernos de la existencia y se diga que esta lidia hay que torearla aunque no nos gusten los toros. O, aunque nos gusten, qué caramba.



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