LA TELARAÑA: El imperio de Jolly Roger

viernes, septiembre 8

El imperio de Jolly Roger


La Telaraña en El Mundo.





 El miércoles me quedé más que prendado, prendido, del terrible espectáculo que sucedía en el Parlament de Cataluña. Escuché los discursos completos de Miquel Iceta e Inés Arrimadas y me entraron ganas de aplaudirles; les aplaudí, de hecho, con todas mis fuerzas interiores, porque no es fácil predicar en el desierto de la estulticia, desplegar el lenguaje donde las palabras ya no significan nada, enarbolar la bandera del escurridizo sentido común, la libertad o la democracia donde la única bandera vigente, por desgracia, es la Jolly Roger, la bandera negra con las tibias cruzadas, la calavera y los ojos absolutamente vacíos, torvos y amenazadores de la muerte (o de la CUP, vaya panda).
 Más tarde, los diputados votaron la Ley del Referéndum y se pusieron a cantar «Els Segadors». No lo negaré, pero me dio una risa incontenible que intenté, sin éxito, contener; pensé que nunca volvería a ver algo así de ridículo e impostado y que, cuando el esperpento alcanza su máximo esplendor, lo único que podemos hacer es observarlo con suma atención y dejarlo ser, en definitiva, lo que es, el frágil y bellísimo canto de un cisne que se sabe absolutamente condenado. La imagen es triste, por desgracia, porque la metáfora es real.
 Intento acceder a la nueva página web -referendum.cat- del gobierno catalán sobre el referéndum del 1-O y me encuentro con un descriptivo mensaje: «500 Internal Server Error». La informática siempre lanza mensajes así de exagerados, pero no. Nada es exagerado, cuando la página en blanco de la vida se nos antoja una pesadilla, un agujero negro que hay que rellenar con mil garabatos a toda prisa; el vacío nos duele, el horror nos paraliza y el brillo inhumano de la página en blanco, más que deslumbrarnos, nos ciega del todo. Cerramos entonces los ojos porque necesitamos regresar muy adentro en busca de los cristales adecuados con que protegernos de la lluvia ácida de la intemperie. O de la página que ahora sí funciona, qué horror.
 Me asomo a la ventana. No llueve ni va a llover. Pero mientras escribo estas líneas deben deambular por la Plaza Mayor, concentrados en pro de la inefable República Catalana, los selectos miembros de la Assemblea Sobiranista de Mallorca, la OCB y la Plataforma Avançam. Son los habituales: Jaume Mateu, Cristòfol Soler, Miquel Oliver y sus diez o doce acólitos en esta magníficamente bien subvencionada tarea de ser absolutamente catalán en Mallorca. Me alegra no tener ninguna necesidad de explicarles que prefiero, simplemente, vivir y dejar vivir antes de convertirme en títere o cómplice de ese monstruo ideológico llamado la identidad, esa voluntad castradora, esa rancia llamada a filas, ese espíritu uniformador, ese pretexto perfecto para que algunos vivan a costa de los demás.


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