LA TELARAÑA: Mecenazgo ideológico

viernes, marzo 10

Mecenazgo ideológico


La Telaraña en El Mundo.

 ¿Se acuerdan de Dolors Miquel, la poetisa catalana que saltó a la fama, siempre fugaz y relativa, de la actualidad cultural y política de este flamígero país en que vivimos tras la lectura pública de su poema «Mare Nostra», una versión blasfema, aunque inocua, del litúrgico «Padre Nuestro», durante la entrega de los Premios Ciudad de Barcelona de 2016? Aunque sólo ha pasado algo más de un año la pregunta es pura retórica. En efecto, yo la había olvidado, como acostumbro olvidar todo aquello que no me afecta ni me interesa personalmente, todo aquello que, como mucho, me ocupa unos instantes, quizá un par de frases, acaso algún guiño al vacío, seguro que una sonrisa escéptica y desencantada o somnolienta y nada más. Absolutamente nada más.
 Nada más, hasta anteayer. Resulta que en la magnífica capilla del Centre Cultural de la Misericòrdia, es decir, en las mismísimas entrañas espirituales del Consell Insular de Mallorca, se inauguró una exposición colectiva a cargo de Arantxa Boyero, Astrid Colomar, Mariaema Soler, Marta Fuertes, Laura Marte, Marta Pujades y Olimpia Velasco bajo el título de «L’ànima de l’invisible». Trata, en fin, sobre la violencia machista, los clichés físicos o sociales y las complejas (o fraudulentas, diría yo) relaciones entre el arte y las perspectivas de género. Pues muy bien.
 Para la ocasión, parece que el CIM ha echado la casa por la ventana. Literalmente. Así, junto a un lujoso catálogo ilustrado, el CIM ha pagado a las autoras por el tiempo y los gastos que la creación de su obra les haya podido causar.  No nos extraña que la comisaria de la exposición, Georgina Sas, esté eufórica con esta pródiga política del CIM. ¿Hemos regresado a la época pretérita en que el Estado era el principal mecenas o tutor del arte y los artistas? ¿Avanzamos, tal vez, hacia un nuevo absolutismo electivo de los poderes públicos para con las iniciativas individuales? No responderé a estas preguntas. No hace falta. Tiemblo cuando me hablan de subvenciones, encargos y patrocinios. Tiemblo cuando no sé, en definitiva, si me hablan de arte o de propaganda, de introspección honesta o de simple militancia, de intoxicación ideológica.
 Quizá algunos se pregunten, ahora, qué pinta Dolors Miquel en este fregado. Resulta que ella, junto al vicepresidente primero y conseller de Cultura, Francesc Miralles, abre el catálogo con un abigarrado texto donde a falta de ideas propias se marca un voluntarioso y prosaico cadáver exquisito (que por desgracia no alcanza la putrefacción mínima exigible) sobre el arte y la violencia, la belleza y el horror, la maternidad, la lucha de las mujeres, sus desnudos, sus vulvas, sus sombras y sus heridas. Algo inenarrable.

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