LA TELARAÑA: El colapso de las cosas

viernes, agosto 5

El colapso de las cosas

La Telaraña en El Mundo.

 
 Desde hace años camino varios kilómetros al día. Palma se extiende a mis pies como si fuera una alfombra irregular de asfalto y grava, de polvo, de tierra removida y casi siempre en obras, de espacio, en fin, que juega a buscar mi asombro igual que mi fatiga. No siempre los distingo, al asombro de la fatiga, pero sí sé que, cuando llegan, saco mi arrugada moleskine y tomo algunas notas al natural sobre lo que veo o, quizá, sobre lo que pienso. Todo está relacionado y hasta puede que sea la misma cosa. Todo, la misma cosa: yo y el mundo, la ciudad y las hojas tullidas de mi libreta.
 Pero ahora escribo con cierto miedo. Acabo de actualizar mi PC a la última versión de Windows 10 y la cosa, de momento, no acaba de cuajar. Una repentina pantalla azul me avisa de que la muerte, siquiera sea la muerte informática, está ahí y de que todo lo que vengo escribiendo puede desaparecer hasta el olvido si al sistema le da por colapsarse. Al sistema, como a la vida, le da por colapsarse muy a menudo.
 En el colapso de las cosas pensé ayer mientras observaba el rostro vagamente ilusionado de Mariano Rajoy al dar cuentas de sus no muy espectaculares avances con Albert Rivera. La voluntad política de Ciudadanos de pactar con unos o con otros contrasta con la cerrazón a cal y canto del PSOE de Sánchez. Entre ambos, bufonadas de Iglesias al margen, lo único reseñable es la falta de brillantez personal de Rajoy, su incapacidad para ofrecer a todos y a nadie algo irrechazable. En eso, y no en otra cosa, consiste la política.

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