LA TELARAÑA: Sin Dios ni Alá

viernes, marzo 25

Sin Dios ni Alá


La Telaraña en El Mundo.

 Miro alrededor y todo parece normal. Enciendo la televisión o me conecto a las redes sociales y atruenan todas las alarmas del universo. Hoy soy Bruselas, como ayer fui París, Londres, Madrid o Nueva York. Soy muchos sitios; incluso algunos que ya no existen. Soy Ávalon, Vetusta, Malacia o Pandemónium. Soy Babel en llamas y todas las urbes arrasadas de este mundo sin ser, de hecho, ninguna de ellas; soy una metáfora tras otra, una convicción o una renuncia, una complicidad o un desacuerdo, un gran interrogante que igual podría confundirse con un sincero gesto de empatía que con un duro rictus de fastidio, molestia, desidia.
 Los tertulianos convienen en que es imposible evitar que un terrorista se enfunde un chaleco repleto de explosivos y se inmole. A mí lo que me parece mucho más imposible es que pueda existir alguien capaz de hacer eso y morir matando, indiscriminadamente, a la gente anónima que sólo intenta coger el avión o el metro, quizá, de sus sueños y se topa con el callejón sin salida de la muerte.
 Morir matando, sin embargo, no es nada del otro mundo. Todos los soldados de todos los ejércitos sobre la tierra lo llevan haciendo desde el principio de todas las guerras y los tiempos. Pasa, no obstante, que uno quisiera saber por qué extraña perversión ética ya no hay forma de distinguir el frente de la retaguardia ni los civiles de los combatientes. Pero lo peor es que cada vez resulta más difícil encontrarle algún rastro mínimamente humano a esta legión de terroristas sin perdón ni Dios. Ni Alá.


 

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