LA TELARAÑA: diciembre 2015

martes, diciembre 29

Voluntad de poder


La Telaraña en El Mundo.

 Transcurre la Navidad entre un soporífero murmullo de rumores. Aun así, hemos sobrevivido a la primera parte de las fiestas con el ánimo disperso y casi que resignado. No es poco, porque no hay reunión a manteles que no incluya varios diagnósticos más o menos sombríos sobre el futuro que se nos viene encima, con su filo crispado y su perfil a vía muerta, a camino de no retorno, a corredor sin más salida que la repetición ciclotímica de los comicios electorales ante la imposibilidad, no sólo física, sino metafísica, de cuadrar una mayoría de consenso, aunque sea a regañadientes, por empatía o sentido común, por afición al juego o al riesgo, quizá por España.
 En el ruedo, mientras tanto, Pablo Iglesias le está poniendo con maestría estratégica el capote carmesí a Pedro Sánchez para que (si Susana Díaz se lo permite) se constriña, ruja y se encabrone, para que recule y piafe sobre la arena tullida, para que embista finalmente al vacío, al espejismo del poder, a la reparación de la derrota electoral por la vía rápida, pero suicida, de Fausto.
 Cuando la ideología estorba, siempre resta el oportuno pragmatismo. Así lo entendió nuestra presidenta, Francina Armengol; ahora sostenida, junto a su corte ecosoberanista, por una leve inercia en mitad de una nube de conceptos inútiles, el espacio y el tiempo amazacotados, el humo vertiginoso y poco edificante de la voluntad de poder girando, enloquecido, como si fuera un imparable tornado sin llegar a ser otra cosa que una infantil peonza. En manos ajenas, claro.


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martes, diciembre 22

La hora del diálogo

La Telaraña en El Mundo.
 
 Nada debiera ser ingobernable, si hay voluntad de gobierno. Con todo, puede que la realidad tienda a la ficción y que la ficción, a su vez, sólo exista para buscar una realidad donde plasmarse. Puede que cualquiera le valga o puede que no. Es en este juego de espejismos (y hasta quizá de tronos) en el que nos hallamos ahora: la España de las redes sociales y las sulfúricas tertulias ha extendido los sudorosos y mendicantes platós televisivos hasta los no menos sudorosos y mendicantes escaños del Parlamento. Ahí es nada.
 Entre tanto, y ante el fracaso de la aritmética y el desapego que le tenemos a las matemáticas superiores, se nos informa que hemos liquidado el bipartidismo, ese anacrónico sistema en el que siempre ganaba un partido y perdía otro, para sustituirlo por un sistema en el que todos los partidos pierden, porque ninguno, al parecer, va a poder gobernar. Ni en sueños.
 Así las cosas, lo único que está claro es que avanzamos y no poco. De una política a dos bandas claramente definidas hemos pasado, en un abrir y cerrar de urnas, a una auténtica desbandada general; de una realidad y una ficción sólidas e identificables (al menos, en el interior del gran artificio dialéctico en que vivimos) hemos pasado a una reunión vaporosa de conceptos más o menos filosóficos donde a los nuevos artistas de la democracia se les va a exigir el buen uso (y hasta el abuso) del diálogo, esa curiosa habilidad que tantos lustros llevaban sin practicar. Ahora veremos si están, o no, a la altura de las circunstancias.
 
 

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viernes, diciembre 18

Mafias

La Telaraña en El Mundo.

 Desde siempre hemos sabido que trabajar es una auténtica maldición bíblica. Un duro castigo por aquella desobediencia primera de la que no guardamos ningún recuerdo. En efecto, ya no hay árbol del conocimiento del bien y el mal bajo cuyas ramas buscar cobijo. Ya no hay paraíso al que regresar siquiera sea en la parte más inconsciente de nuestros mejores sueños. Nos queda, eso sí, atender al estruendo de las alarmas y sirenas, el aviso intermitente de los trabajos y los días, la mirada fija en esas ruedas, fieramente dentadas, con las que siempre acabamos comulgando sin darnos cuenta. Por necesidad, claro.
 Pero una cosa es asumir que hay que trabajar y otra distinta dejarse esclavizar por alguna mafia como la que estos días está siendo desmantelada en el centro mismo de Palma. A las mafias que ya conocíamos, como las de algunos partidos políticos y sus repugnantes redes clientelares en educación, cultura o sanidad, por ejemplo, se suma ahora la mafia de la restauración. Vale que son una minoría y que ni se representan a sí mismos, pero el asunto no tiene maldita la gracia.
 Uno mira alrededor y asume vivir rodeado de una infinidad de tramas muy dispares. Algunas lógicas, muchas incomprensibles. Uno mira adentro y, aunque no lo desee, se acaba reconociendo en algún aspecto de casi todas ellas. Uno cierra los ojos y comprende que toda esa nube asfixiante de corrupción y delincuencia organizada es la principal culpable de las mil y una crisis que sucesivamente nos afectan. Y nos seguirán afectando, me temo.

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martes, diciembre 15

Elecciones navideñas


La Telaraña en El Mundo.
 
 Los hemos visto batirse en duelos televisivos a cuatro, a nueve, a tres y a dos bandas. Hasta de uno en uno, contra las propias limitaciones y el abismal desconocimiento de la realidad global o concreta en que vivimos. De hecho, los hemos visto sobreactuar a todas horas hasta convertir esta campaña electoral en la más superficial y fullera, quizá, de los últimos tiempos. Es lo que tiene mezclar la Navidad y las elecciones, que las manoseadas cartas de los políticos acaban cayendo en el mismo saco roto que las de Papá Noel o los Reyes Magos. Destinatario ausente o desconocido. Destino ficticio o, peor aún, inalcanzable.
 Con todo, la sensación es que, por razones de marketing y espectáculo, los líderes nacionales han eclipsado por completo a los locales. Apenas sí he visto en campaña a Isern o Socías, aunque del primero nos quede la magnífica Palma, repleta de terrazas y animación en las calles, que nos legó como alcalde y que aún sobrevive pese al actual desgobierno nacionalista. O de Hila. O de Jhardi. No sé muy bien ahora.
 A quienes sí pillé, creo que en Canal 4, fue a Juan Pedro Yllanes y a Fernando Navarro, los cabezas de lista de las llamadas formaciones emergentes, Podemos y Ciudadanos. En efecto, ambos partidos políticos emergen del mismo lodo primigenio para escapar, eso nos prometen, de la corrupción general. Me resultó curioso confrontar la verborrea desinhibida del mediático juez con el estoico semblante y la aparente timidez del candidato naranja. ¿El ruido frente a las nueces? Tal vez, sí.
 

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viernes, diciembre 11

Robocop y la libertad


La Telaraña en El Mundo.
 
 Supongo que no era posible viajar a París sin acercarse al lugar o a los lugares de la tragedia. Así lo hice, huyendo del puente más largo en España, como si fuera un turista o una víctima más. Tal vez ambas cosas. En la plaza de la República se arremolinaba la gente y se multiplicaban las coronas de flores, las velas encendidas, las banderas desgarradas u orgullosas, los poemas rotos, las fotografías silenciosas y los interminables mensajes de dolor y esperanza a los pies mismos de Marianne, la rencarnación de la madre patria francesa, y las estatuas de la Igualdad, la Libertad y la Fraternidad, en el epicentro simbólico, quizá, de los recientes atentados terroristas. Pero la plaza estaba tomada.
 En los alrededores, había decenas de furgones blindados y numerosas patrullas de policías rondaban la zona ataviados con unos espectaculares trajes de grueso metal oscuro, que casi parecían sacados, más que de la realidad, de la sastrería cinematográfica de la penúltima secuela de Robocop.
 Su aspecto, que acaso pretendía ser tranquilizador, me resultó terrorífico. Puede que nuestros conceptos de libertad y seguridad no acaben de ser compatibles. Aun así, París seguía siendo una fiesta. La gente ocupaba las terrazas de los bistrós mientras la policía seguía cumpliendo órdenes y el Frente Nacional de Marine Le Pen acababa de ganar la primera vuelta de las elecciones regionales de la república más civilizada sobre la tierra. La ciudad de la luz es la capital, también, de las sombras. Un crisol de contrastes.
 

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martes, diciembre 8

«No a la guerra»


La Telaraña en El Mundo.
 
 
 No me cabe la menor duda: muere demasiada gente en este mundo. Me refiero a muertes por culpa de la guerra de guerrillas que se ha eternizado en la mayor parte del planeta. O sin exageraciones, en los cinco continentes y los cinco océanos que hay sobre la Tierra. No existe, sin embargo, un único frente donde situar las coordenadas precisas de la batalla ni hay un único paisaje donde esperar el lento y desesperante recuento de las bajas. Por no haber tampoco hay un único y reconocible enemigo, sino que hay varios, que ahora parecen ser el mismo y luego resultan no serlo. Puede que ni nosotros mismos seamos siempre quienes somos.
 
 Es verdad, también, que la guerra establece extrañas, crueles conexiones. Paradojas morales absolutamente vergonzosas. Las armas que vende Occidente (y los tiranos que importa o exporta, según le conviene) regresan a casa recargadas con la peor de las municiones, con el odio inconcebible del que ya no concede otro valor a la vida que el de la eterna venganza.
 Anda buena parte de nuestra izquierda más tradicional o populista con la tentación de resucitar el «No a la guerra» entre los labios. Yo me sumo a ese No pacifista y terrenal sin ninguna reserva. Pero lo hago desde la íntima convicción de que, sin pertenecer activamente al actual Pacto Antiyihadista, no hay compromiso de paz que resista más allá de la frivolidad exhibicionista de las pancartas, el ruido de las manifestaciones o el desconocimiento suicida de cuál es nuestra cultura y quiénes nuestros auténticos aliados.

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viernes, diciembre 4

Los jardines de Marivent


La Telaraña en El Mundo.
 
 Deambulo por Palma. Bajo la luz navideña me apercibo de que se han puesto de moda los bulldogs franceses, esos perros de origen inglés, trote torpe y mirada ceñuda, pero inocua, simpática. Me los encuentro entre las precarias terrazas del Borne como si entre la geometría zen de los frondosos jardines de Marivent. La misma vivacidad, el mismo atolondramiento. Parece que el destino de esos jardines palaciegos ha obsesionado al Govern desde antes, incluso, de empezar su mandato. Pero ya se ha puesto a ello.
 Debe pensar el Govern que nos está devolviendo algo que nos había sido robado, vaya afrenta, al ofrecernos la oportunidad de visitar, al fin, los jardines de Marivent en un futuro tan próximo que casi ni nos hacemos a la idea. Que ilusión, qué lujo. Debe pensar el Govern que no tenemos nada mejor que hacer que pastorear por esos huertos reales como si fueran nuestros. O como si fueran el jardín del Edén y alguna maldición nos hubiera expulsado de su brisa marina y sus privilegiadas vistas. Pero no. En absoluto. Ese jardín nunca fue nuestro y además nos pilla muy lejos.
 Marivent tiene un largo historial de pleitos entre la Administración y los herederos de Juan de Saridakis. En realidad, no sé muy bien en qué quedó la cosa. Lo único cierto es que hasta 1988 las paredes de Marivent albergaban cuadros de Picasso, Sorolla, Zuloaga, Goya, Joaquim Mir o Camarasa, entre otros. Todo eso sí que se perdió en los tribunales y esa pérdida sí que es irreparable. Lo de los jardines debe ser tan sólo una broma.

 

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martes, diciembre 1

Rebajas y saldos


La Telaraña en El Mundo.
 
 Voy del Black Friday al Cyber Monday huyendo de las sudorosas aglomeraciones de la vida real, con los ojos como platos y alguna que otra escurridiza oferta en la diana virtual de mis propios deseos. Es cierto, me apasiona escrutar las reveladoras leyes de la oferta y la demanda, porque (aunque las sepa manipuladas por la usura de unos cuantos o lo que es peor, por la de todos) nos acaban explicando muchas cosas sobre nosotros mismos y nuestra curiosa forma de vida.
 Llevo varios días, pues, repasando con una más que evidente atención y demora las llamativas páginas webs repletas de ofertas flash, que duran sólo un rápido suspiro o un fulminante abrir y cerrar de ojos, tal vez el parpadeo fugaz o el guiño seductor que podría resumir toda una vida, pero que no lo hace, quizá la broma cuántica de saberse tan cerca y tan lejos de acceder, al fin, a ese sueño definitivo que siempre se nos deshace una vez creemos haberlo alcanzado. Puede que esa sea la auténtica naturaleza de nuestros deseos. O de nuestras necesidades.
 No nos hará falta acudir a Kant para descifrar que entre la necesidad y el deseo transcurre la vida. Transcurre exactamente la vida. El domingo me sacó a la calle el insoportable estruendo de los tambores de Tambors per la Pau y Sambad'akí. Tras ellos, sin embargo, venía otro estruendo peor, la inapelable amenaza de un cambio climático contra el que, en Palma, sólo se sumaron Es Racó de Ses Idees, Amics de la Terra, GOB, Podem, MÉS y GIRA España. Muchos menos, en definitiva, de los que deberían.
 

 

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