LA TELARAÑA: Regreso al futuro

viernes, octubre 23

Regreso al futuro


La Telaraña en El Mundo.
 
 Revivo la asombrosa sucesión de asambleas a las que asistí en las aulas universitarias de Valencia allá por el tobogán de los años setenta, recién muerto Franco, y en pañales la frágil democracia que nos iba a traer, a trancas y barrancas o en volandas, según se mire, hasta donde estamos, aquí y ahora, cuarenta años después, desvalijado, quizá, el cuerpo, pero atento el espíritu, dispersas las filas y decididos a seguir siendo razonablemente libres, pese a los que nos gobiernan con sus fabulaciones ideológicas, históricas o lingüísticas. De todo hay en el retablo de los días.
 Refulge una lágrima sobre un fondo gris de tierra reseca. Unos reflejos asesinados bajo el cielo azul. O plúmbeo. O maniqueo. La terrible sospecha de hallarse en un laberinto de ficción. Nos miramos adentro, entonces, y nos asola la certeza de que no existe el vacío que nos aterra, sino sólo el lenguaje que se nos escapa, porque no lo domamos. Nos desborda. El lenguaje.
 Vuelvo, pues, al escurridizo presente (como si de regreso al futuro, porque ya lo hemos vivido otras veces) y en varios centros de atención primaria y Son Espases los pasquines sobre los muros me ponen al día de las magníficas relaciones que embargan a funcionarios y médicos con Armengol. Pareciera, y casi que me duele el retórico panorama, que el gobierno de la izquierda nacionalista, con la venia de Podemos, sólo diera para rebuscar en las exhumaciones de las fosas ese mismo pasado en que tuvieron, tal vez, ideas gloriosas que ya nadie recuerda. Salvo ellos, ay.

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