LA TELARAÑA: El nacionalismo

martes, octubre 6

El nacionalismo


La Telaraña en El Mundo.
 
 Hay ideologías que, de tan infecciosas, acaban resultándonos familiares. Se transmiten por proximidad y casi sin esfuerzo; dejándose vencer, pues, por la desidia o la inercia que parecen venir de serie en el código cifrado del arsenal biológico, en la lista vacía de la inteligencia, en el arcén endogámico donde se congelan las pulsaciones y se arremolina la niebla. Con todo, no hace falta pensar mucho para edificar un cobertizo sostenible alrededor nuestro y recrearnos, así, en los espejos deformes de la miopía o el narcisismo.
 Llevamos desde siempre padeciendo la lacra del nacionalismo y su camaleónica ceguera, adaptada a la realidad cultural de cada instante. Es como si lo nuestro (convertido en bagaje y unidad de destino) viajara a través del tiempo sirviéndonos, a la vez, de medio de transporte y bandera; de blasón en llamas con el que identificar nuestra pureza frente al infierno contaminado de los otros. Ah, los otros.
 Así las cosas, uno observa el paisaje y advierte el nacionalismo nuclear del PSM de Barceló con cierto hastío. Son pocos o muy pocos, pero su insignificancia se convierte en otra cosa al observar el rastro de su infección. Están en esa cola de infectos el PSIB de Armengol y también el PI de no recuerdo ahora quién. Les atienden, tan solícitas como ubicuas, las huestes de la OCB. Les apoyan las cúpulas piramidales e ilustradas de la UIB. Les jalean los coros y danzas de la Assamblea de Docents y su ruidosa marcha verde. Con este panorama no sé si reír o llorar y seguir escribiendo.

 

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