LA TELARAÑA: 12 de octubre

martes, octubre 13

12 de octubre


La Telaraña en El Mundo.

 Escribo estas líneas en pleno 12 de octubre. Afuera, el rumor indeciso de la calle me indica que el día avanza despacio, porque es festivo y hay ganas de demorarse en mil y una cosas antes de dejarse engullir por la rutina. Es festivo y observo, a la vez aliviado y cariacontecido, las celdillas vacías de mi agenda y las infinitas bandejas desiertas (del spam y otras publicidades más o menos encubiertas) de mis cuentas de correo electrónico; en efecto, no me han invitado a ninguna recepción real, ningún concierto, ningún desfile.
 No me han invitado a nada, pues, salvo a distraerme con la levedad de las cosas y con el desapego moral que da estar lejos y saberse, en realidad, muy lejos. Como de vuelta de todo, sin ni siquiera haberse movido. O así.
 Debe ser por ello que, igual que no celebro las diadas chiquititas y menores o mínimas del 12 de septiembre o del 31 de diciembre (aquí somos como somos y hasta nos podemos dar el gusto de elegir qué diada nos ha de helar el corazón), tampoco celebraré esta indiscutible Diada de las diadas (si obviamos las de Kim Jong-un, por supuesto) que viene a ser la Fiesta Nacional, también llamada Día de la Raza o de la Hispanidad (también de la hispanidad genocida, según descubro en un nauseabundo libelo de un diario en catalán de las islas). No hay nada como tener nombres y adjetivos al alcance de la mano para ir descubriendo, palmo a palmo, la solidez o la decrepitud del mundo, sus arenas movedizas, sus paraísos sumergidos y sus inmensas llanuras plagadas de espejismos.

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