LA TELARAÑA: El monolito

martes, septiembre 22

El monolito


La Telaraña en El Mundo.
 
 En ocasiones, a un país le crecen hasta los enanos y, entonces, el espectáculo general se resiente. Llega al poder gente extraña con un más que extraño orden de prioridades en su mollera y la opinión pública acaba por no entender casi nada. No ayuda, tampoco, que el guión deba de pasar varias veces, inexorablemente, por el afiladísimo tamiz de las redes sociales y que lo poco que le sobrevive acabe destilando, tras los análisis, los exabruptos y los memes de Twitter o Facebook, un hedor a materia descompuesta que nos resulta  insoportable.
 Es entonces cuando, en el ámbito general, por ejemplo, a un director de cine como Fernando Trueba se le ocurre tirar de ego y abusar de su minuciosa mirada oblicua. Comprendemos que le sea muy útil el dinero y que con la euforia de los premios nacionales se le vaya España entera al sumidero. No hay peor tonto que el que se cree tan importante como para impartir cátedra sin que se lo pidan.
 Así las cosas, trasladarse al ámbito local tampoco mejora las cosas. El Govern de Barceló y Armengol, el Ayuntamiento de Hila, el Consell de Ensenyat y de nadie más, el grueso batiburrillo de Huertas y Jarabo van demoliendo la realidad como si su logística se circunscribiera a un monolito de piedra en Sa Faixina. Aina Calvo lo limpió hace años, pero tanto da. Nadie se cansa de amanecer en el pasado y observar el monolito del eterno retorno justo al lado; del lado de los sueños, las circunvalaciones del progreso, el estúpido error de creer en la verdad y, aun así, sentirse originales.

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