LA TELARAÑA: Las larvas

viernes, agosto 14

Las larvas


La Telaraña en El Mundo.

 Estoy esperando que llamen a la puerta de casa, pero deberé ser paciente. No es fácil encontrar un técnico capaz de arreglar la nevera que compré hace muy poco más de dos años y que, naturalmente, dejó de enfriar ayer mismo. Creo que en su interior se está formando una especie de agujero negro donde la realidad se pudre a marchas forzadas, mientras paseo nervioso por los pasillos, recalo un instante en esta página y regreso a la cocina. Abro el frigorífico, palpo sus costuras y me desespero del calor y la bruma, del frío que no llega y de la realidad que se descompone en un mar de moho y larvas. Las larvas siempre me parecieron repugnantes.
 Puede que hurgar en las diferencias entre la realidad y la ficción (o viceversa) no sea más que un ejercicio de estilo, un juego dialéctico donde la vida y el lenguaje, las acciones y las palabras, se esfuerzan en tener identidad propia sin acabar, por desgracia, de conseguirlo. Estoy esperando que llamen a la puerta, pero no llaman. Me temo que algo muy gordo se cuece aquí al lado.
 Visito la web donde el Govern expone, con el visto bueno de Podemos, los currículos de los nuevos asesores. No sé si hacerme cruces ante tantos méritos reunidos o si seguir a lo mío. A esperar que llamen y que una corriente de aire me devuelva a la vida y me aleje del lugar viciado donde los taxidermistas exponen su catálogo de pruebas irrefutables, sus artículos de fe, su paupérrimo salón de trofeos. Creo que, al fin, están llamando a la puerta. Pero a la del frigorífico, pausadamente.

Etiquetas: ,