LA TELARAÑA: Contracorriente

martes, agosto 11

Contracorriente


La Telaraña en El Mundo.

 Hay cosas que no tienen ningún sentido, por mucho que nos empeñemos en buscarle alguna salida al punto muerto y hasta silencioso de las palabras, al atolladero con vistas al abismo de las ideas, al largo y ensortijado camino que nos ha de acabar conduciendo a ese desconocido lugar donde tenemos concertada una última cita a la que, por supuesto, no deseamos llegar a tiempo. Pero no hay mayor problema. Esa cita es inaplazable. Llegaremos.

 Hay cosas, insisto, que no tienen ningún sentido, como especular con el porvenir y dibujar países y hasta nuevas naciones con hombres viejos y, además, muy cansados, con almas que ya no saben manejar el lenguaje anacrónico de los que arrastran una resaca de siglos, una sucesión automática de generaciones reproduciéndose como clones en un laboratorio abierto a nuevas formas de vida, que no de conocimiento, no sólo muy inciertas, sino inefables. El futuro aún no tiene, pues, lenguaje que lo explique o describa, que lo calme, arrulle o avive, aunque es cierto que nos esmeramos en intentar inventarlo, construirlo, descubrirlo; por ahora, sin demasiado éxito. Lo reconocemos.

 A partir de ahí me da la misma risa desengañada con el exagerado revuelo alrededor del joven asesor áulico de Sanidad, sin más bagaje que sus gloriosos veinte años y unas fotos en los botellones de Facebook o Twitter, que con la perversa genialidad de Manuela Carmena buscándoles casas que ocupar a los «okupas». Es lamentable, pero se está perdiendo todo. Hasta el legítimo orgullo de ir contracorriente.

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