LA TELARAÑA: El parpadeo

martes, julio 21

El parpadeo


La Telaraña en El Mundo.
 
 No parece que las cosas de la vida nos afecten de la misma manera a todos. Muy al contrario, nuestros gustos y aficiones coinciden de vez en cuando, en efecto, pero también divergen muy a menudo y merodeamos, entonces, parajes absolutamente distintos, separados y ajenos los unos de los otros. Supongo que en eso consiste, precisamente, estar vivos; en saber afrontar la realidad según la vamos sintiendo. A veces, con rabia o miedo y, a veces, con una balsámica indiferencia.
 No podemos, pese a todo, abarcar tanta humanidad como, quizá, nos gustaría, pero esto no constituye ningún problema. La humanidad no acaba de ser ninguna suma, resta, multiplicación o división de partes mejor o peor avenidas; más bien se asemeja a la visión repentina de algún espejismo, a la aparición reveladora de algún extraño efecto cromático, al instante milagroso e improbable en que cuaja el puzle de la realidad y alcanzamos, entonces, a ver esa imagen única que, tal vez, nunca más volveremos a ver.
 No sé muy bien de lo que hablo, porque hablo de cosas intangibles y hasta indemostrables, a las que vamos poniendo nombre según se nos aparecen. O según las inventamos. Diríase que formamos parte de algún mecanismo de relojería que, al igual que nos mide el paso del tiempo, también es capaz de detenerlo. Es entonces cuando miramos alrededor y todo parece inmóvil y no hay otra música que la del espíritu; y es, en ese mismo instante, que parpadeamos y todo desaparece y regresamos a la locura, la ignorancia y el vértigo habituales.

 

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