LA TELARAÑA: junio 2015

martes, junio 30

En vivo y en directo


La Telaraña en El Mundo.
 
 Abro una ventana de YouTube en una esquina del monitor, no al clamor impreciso del aire libre, sino a la irreal y solemne sesión de investidura de Francina Armengol como nueva presidenta del Govern, y dejo que me invada su primer discurso, ávido de transparencias y atestado, en cambio, de tópicos, su catálogo de servidumbres puramente retóricas, su precaria exhibición de prioridades y retos, su desordenado cúmulo de fábulas, consignas y mitos, su funambulismo de fe ensortijada en un par solitario de conceptos y un abigarrado frente común.
 Quiere ser, viene a decir o dice, la presidenta de la gente del pueblo o algo así de trascendental y decisivo, mientras sobre la frente le cae en cascada, vertical y ruidosa, el flequillo lacio, limpio y hasta recién peinado. Cita a Espriu y concluye. Comienzan los aplausos escépticos, indiferentes o apasionados de la cámara y se hace, poco a poco, el silencio. Siempre se acaba haciendo el silencio.
 Regreso, pues, a la hoja en blanco y la miro con fijeza y ternura. Se trata de entreverle las entrañas y las costuras a una realidad general que parece andar bastante desenfocada. Hoy (por ayer) los bancos cerraron en Grecia, pero el drama griego es también la tragedia de Europa y nuestro fracaso. Es lo que tiene convertir las ágoras, donde filosofar era una forma de vida, en grotescas tertulias televisivas alrededor de la corrupción y el fariseísmo. Me da que habría que hacer algo realmente bueno con este paraíso efímero de la existencia antes de que nos expulsen. Vaya que sí.
 

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viernes, junio 26

Francina


La Telaraña en El Mundo.
 
 Resulta inconsistente y de muy mal gusto juzgar a la gente por su aspecto físico. Me lo digo mientras repaso las primeras fotografías de Xelo Huertas, la flamante presidenta del Parlament balear. Me lo repito, asimismo, mientras me miro en los espejos y compruebo que el paso del tiempo es una peligrosa arma de doble filo. En efecto. Hay que saber manejarse entre la realidad y el deseo, entre la resignación y el orgullo, entre la dolorosa certeza de que cada vez nos va gustando menos lo que vemos y la acuciante sospecha de que lo peor, posiblemente, aún esté por venir. Le daremos la bienvenida en cuanto llegue. Cómo no.
 Así las cosas, y aunque el paisaje nos parezca un páramo lunar, un desierto de lava o el espejismo de la bruma en una autopista al sol hacia ninguna parte, tendremos que volver a darle la bienvenida a Francina Armengol. Sin duda se la merece. No ha ganado ninguna contienda electoral, eso es cierto, pero sí que ha sabido manejarse con soltura, al parecer, entre las sonrisas esforzadas de los tahúres, el tira y afloja de los asesores de imagen y contenido, el regateo subterráneo en el zoco tropical de los pactos. Bienvenida.
 Con todo, hay que ser sinceros. Nos alegra librarnos de un nacionalista de bandera y manual, como Biel Barceló, en la presidencia del Govern. Nos alegra, también, que no nos gobierne, en primera persona, un político indefinido (y sin definir) como Alberto Jarabo. Nos aterra, en cambio, reconocer que Francina podría ser tan nacionalista e indefinida como ellos. O quizá más.
 

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martes, junio 23

Las generaciones


La Telaraña en El Mundo.
 
 A veces, regreso a la casa con jardín de la infancia y compruebo que los que ahora la habitan no conocen apenas ninguno de sus secretos, ignoran casi todo lo que allí se luchó, se amó o se dijo. Podría resumirlo, pero no lo haré. No tengo por qué dar ventajas a nadie. Me quedo, eso sí, con la terrible mirada de un joven gato doméstico, herido de muerte, junto a un matorral amarillo y blanco de margaritas. Ya conté esa vieja historia en alguno de mis poemas, o quizá en varios y desde muy distintos puntos de vista, pero tanto da. Ya no importa. Tampoco sería lo mismo.
 Nadie lee los poemas de los otros y, si los lee, no acaba de entenderlos, porque se le escapan los pequeños detalles y el pasado es un lugar real (o sea, de ficción) que no se puede revisitar sin perder de vista el mundo, sin asomarse tan adentro de uno, que es imposible no caer de bruces en ese pozo negro donde sólo existimos con nuestros recuerdos, con su anzuelo de hierro oxidado en nuestra garganta, con su tiempo detenido y vertical, anclado en nuestro frágil corazón palpitante.
 Así, o de forma muy similar, funciona el mundo o no funciona, pero persevera y hasta prevalece. Esta generación de ahora mismo sobre la tierra (como aquella a la que homenajeo con ternura por entre las luces y las sombras de la casa con jardín de la infancia) no verá satisfechas sus legítimas ilusiones y la próxima no sabrá reconocer el mérito de este ingrato trabajo, a contracorriente, de construir tan sólo a medias y destruir por completo. O de intentarlo, al menos.

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viernes, junio 19

El regreso de los troles


La Telaraña en El Mundo.
 
 Debo llevar unos quince años dando vueltas por internet. He navegado a pedales, a rastras y hasta en patera. He naufragado, pues, muchísimas veces sin darme por vencido, sin dejar de seguir buscando esas islas misteriosas, esos lugares paradisiacos (quizá fuera del espacio y el tiempo) donde reunirse con otros náufragos, compartir experiencias y aprender a sobrevivir, a dominar el lenguaje común del pensamiento y afrontar, así, la extraña conjunción del software y el hardware: el dilema alquímico de la forma y el contenido, la ética o la estética, que desde siempre he deseado resolver. En la literatura como en la vida.
 No existían, al principio, Facebook o Twitter y hasta el concepto mismo de las redes sociales era una quimera que apenas sí vislumbrábamos en nuestras refriegas contra el tiempo medido de las operadoras telefónicas. Vivíamos entre la empatía y el conflicto verbal de los grupos de noticias (o newsgroups) y la entrañable oscuridad de los canales del IRC Hispano.
 Vengo, pues, de un universo donde no había foro de discusión en que no cohabitaran los que daban lo mejor de sí mismos y los que sólo buscaban provocar y pescar, quizá, en el posterior río revuelto. Los troles eran, ya entonces, parte esencial de internet y, por lo visto, siguen siéndolo en nuestros días, ahora mismo. De momento, están haciendo estragos en el Ayuntamiento de Madrid. Habrá que ver cómo les va por Palma, la ciudad que ya rige José Hila, gracias al estar sin estar del todo, pero estando, de Podemos, sus marcas y asambleas.
 

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martes, junio 16

Pactos de pandereta


La Telaraña en El Mundo.
 
 No sé si dos medio alcaldes y un portavoz, que ya ha dimitido y se reconvertirá en primer teniente de alcalde o lo que las sucesivas asambleas de la marca Podemos vayan exigiendo, componen un paisaje consistorial a la altura de lo que una ciudad como Palma (de Mallorca, claro) necesita. El pacto entre PSIB, Més y Som Palma se ha revelado como un puzle donde lo esencial, más allá de los cortocircuitos ideológicos, ha sido marcar el territorio con los propios orines. Cómo humean, cómo hieden. No sé si nos merecemos esta izquierda y este nacionalismo de pandereta.
 Pero soy muy escéptico con las necesidades de las ciudades; sólo se trata, tal vez, de saber ordenar con un punto de humor y sentido común el tráfico y también las vistas, la línea difusa del horizonte recortada contra el mar y la marea de la especulación o la ineptitud, el grumo viandante de turistas y lugareños que surcan el cielo y el infierno que son todas las urbes y también Palma. Cómo no.
 Queda, sin embargo, lo más difícil. Saber driblarle el mal aliento a la crisis y, a la vez, aprovechar la inercia cuando el viento sople a favor de todos y lo mejor sea no intervenir, no molestar, y en esa dejación (en esa filosofía de burdel, ayuntamiento y civismo) encontrar el mejor y casi que el único antídoto contra las obsesiones ideológicas que dan en sacrificar el aquí y ahora de la existencia por los planes tribales de la lengua única, el tatuaje de las señas de identidad, la marca vergonzosa de la inteligencia, la educación y la libertad masacradas.

 

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viernes, junio 12

La receta de las urnas


La Telaraña en El Mundo.
 
 El acuerdo es que no hay acuerdo, pero como si lo hubiera. Podemos, Més y PSIB están a un paso de repartirse los cargos entre ellos o, en su defecto, de reintegrárselos al Partido Popular. Esto último, por supuesto, no sucederá bajo ningún concepto, porque se vertebre el no pacto que se vertebre, el primer y casi que único mandamiento común es descabalgar de las instituciones a las huestes, entre zombis y somnolientas, confusas y hasta insomnes, de Bauzá. Reconozcámoslo. Puede que la idea no sea muy brillante, en efecto, pero tampoco es ningún disparate. Bauzá y los suyos se lo tienen más que merecido.
 Es de esta manera, tan enrevesada y hasta literaria, que los catálogos y presupuestos ideológicos de nuestra mayoría nacionalista y de izquierdas (más allá del evidente absurdo de ese cóctel explosivo en el que ya ni reparamos, tal y como andan de desdibujadas las relaciones entre la realidad y el lenguaje) se calman y culminan, colman su propio balance y también su saldo. El poder es un ansiolítico milagroso que sólo precisa de la ilegible receta de las urnas.
 No sé muy bien, sin embargo, si ese mismo poder ansiolítico e ilegible podrá calmarnos también a nosotros. Nuestros balances no son los de la entregada y voluntariosa uniformidad nacionalista. Nuestros presupuestos son otros y si siempre estuvimos bajo mínimos, ahora mucho más. Será digno de ver, vernos a rastras por el subterráneo marginal de la existencia en busca de la verdad que no existe, salvo si crees en ella y no quieres ser apóstol de nada o nadie.
 

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martes, junio 9

La gente normal


La Telaraña en El Mundo.
 
 No sé muy bien qué significa ser normal o no serlo y ser, entonces, otra cosa; supongo que anormal, por así decirlo. Tendré que preguntárselo a Alberto Jarabo y a esa hipotética gente normal a la que encarna o dice encarnar. Leo una larga frase que la agencia Efe pone en su boca y casi que la silabeo con delectación sin intentar, por si acaso, deglutirla del todo. Tampoco quiero atragantarme. Dice o dicen que dice, porque podría ser una mala traducción del catalán: "Queremos un acuerdo de programa que nos debe convencer a todos y no un reparto de sillas, ya que somos gente normal que defiende a la gente normal en las instituciones más allá de a un partido".
 Me queda claro, pues, que la gente normal, según Jarabo y el doctrinario de Podemos, es la que crea un partido para defender a la gente normal y no a ese mismo partido. El viaje dialéctico no es muy sutil ni prolijo, sino todo lo contrario. Planea la dualidad conceptual del bien y el mal por entre las instituciones y los viejos conceptos de clase, ahora reconvertidos y simplificados hasta la caricatura. Viva la gente normal. Abajo la casta partidista, liberticida, burócrata, qué sé yo.
 Mientras tanto, observo el desolador panorama post electoral y, más allá de las secuelas apocalípticas del harapiento Mad Max, me quedo con la obviedad de que si, por ley, gobernase siempre el partido más votado nos ahorraríamos el denigrante espectáculo de estos pactos matemáticos entre perdedores más o menos ilustres y, tal vez, normales. Aunque eso es algo que nunca se sabe.

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viernes, junio 5

Poder y prepotencia


 
La Telaraña en El Mundo.
 
 Puede que el poder, así en abstracto, sea algo intangible. Una luz que nos proyecta contra el telón de los sueños o el muro de la realidad. Puede que el poder, así en abstracto, no sea más que un reparto de cargos, compromisos y retribuciones, una letanía moral sobre nuestros hábitos de comportamiento, la ancestral manera con que deshacemos los nudos de la vida o nos enredamos en ellos.
  La luz y los taquígrafos iban a dar paso, según el risueño Alberto Jarabo, a la minuciosa retransmisión en directo de las tortuosas, fidelísimas negociaciones de los pactos postelectorales. No ha sido así, pero tanto da. Es un alivio constatar que, para lo que hay que transmitir, ya les vale con Twitter y su mensajería ortopédica, su ortografía de urgencias y sus corolarios bajo mínimos. No queremos contagiarnos del estupor estoico de Armengol ante la prepotencia de Podemos. No queremos que nos venza la incredulidad de Biel Barceló ante la voluble teoría de las castas y el sí, pero no, transversal y ambiguo de los que buscan la ubicuidad ante todo.
 Pero así están las cosas. PSIB, Més y Podemos (o Som Palma, según corresponda) juegan a entenderse como si no fueran a hacerlo. Sus medidas de “coste cero” nos alegran, porque sería un crimen que nos tuviera que costar dinero convertir Palma, por ejemplo, en una ciudad antitaurina o en un paraíso del turismo gay. Nada menos. Ahora recuerdo que la única vez que estuve en nuestra Plaza de Toros fue cuando un mitin de Felipe González en pro de la OTAN. Hay que ver cómo cambian los tiempos.

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martes, junio 2

Libros, flores y tapas


La Telaraña en El Mundo.
 
 Me parece que es muy de agradecer que este año los libros de la Fira del Llibre (los libros, pero también los libreros, los entes más o menos oficiales y pudientes y hasta los pobrecitos autores a la caza de algún fan despistado u enloquecido al que endosar, por fin, un afilado autógrafo) se hayan desparramado por entre los puestos de las flores y las terrazas de los bares de una punta a la otra de la Rambla en vez de apiñarse, como era casi una costumbre y también una especie de metáfora, unos con otros y todos entre sí. No hay nada peor que el espectáculo de la uniformidad convertido en escaparate, en simulacro de horizonte.
 Han cumplido, pues, los libros, los libreros, los entes más o menos oficiales y pudientes y hasta los pocos escritores que aún nos quedan, que son los de siempre diluidos, tal vez, por el espejismo de la discreción y el reemplazo voraz de las generaciones, han cumplido, decía, con el ritual de tender al sol su mercancía de ocio e introspección, de evasión o derrota contra el tedio, el ruido, la hermosa blasfemia de los mercados, el aroma (con lenguaje) de las flores, las tapas y los refrescos, la absenta cotidiana de quien viaja por abismos que empiezan donde el filo de las páginas convierte la tinta en sangre y el papel en piel, risa, clamor, nada.
 No se pierdan, el miércoles a las 18 horas, las presentaciones del Institut d´Estudis Balearics en honor de Cristóbal Serra. Por una vez que el IEB promociona algo que me interesa, no es cuestión de silenciarlo, sino todo lo contrario. Albricias.

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