LA TELARAÑA: El ombligo de los limbos

martes, abril 28

El ombligo de los limbos


La Telaraña en El Mundo.

 Puede que lo intuyamos sin acabar de entenderlo. Vivimos al filo de una enorme burbuja que puede (y suele) explotar de vez en cuando. Así, por ejemplo, en mayo de 2010 un hombre, desde la soledad de su modesto adosado en los suburbios de Londres, empezó a colocar, mediante un programa informático de su cosecha, órdenes falsas en el mercado de Wall Street hasta provocar, en tan sólo cinco minutos, un cataclismo en la Bolsa de algo así como medio billón de dólares. No es mucho ni es poco, es sólo un síntoma.
 El imprudente pirata informático y ladrón de cuello blanco se llama Navinder Singh Sarao y es sólo una prueba viviente más (otra, aunque su futuro pinte entre rejas) de que la economía universal es como un viaje al limbo y a ninguna parte, un caligrama espantado de Mallarmé o Larrea, por ejemplo, coronado por un par de versos o exabruptos ilegibles de Antonin Artaud. Una especie de golpe de dados sísmico ordenado por un dios ebrio entre los sueños más profundos de los hombres. Nos cuesta muy mucho, al despertar, saber con exactitud qué cifras, cuáles, son las que nos definen y delimitan en este instante de aquí y ahora o de siempre.
 Voy, pues, de las abstracciones a las anécdotas y viceversa. Busco al azar de Google y me son devueltas algunas frases de Artaud que ya ni recordaba. Por ejemplo: «Allí donde unos exponen su obra, yo sólo pretendo mostrar mi espíritu». O «Toda escritura es una cochinada». Hay algo en esta escatología literaria que me reconcilia, a la vez, conmigo mismo y con el mundo. O sea, nosotros.

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