LA TELARAÑA: Viajeros del tiempo

martes, diciembre 2

Viajeros del tiempo


La Telaraña en El Mundo.
 
 Puede que pensar, discurrir, quizá escribir y hasta gestionar el ir y venir de las cosas de la vida y la política, se resuman en viajar, una y otra vez, a través del tiempo. Un viaje al pasado, que es donde la memoria busca sus raíces, y otro viaje al futuro, que es donde realmente nace nuestra memoria. ¿Dónde si no? Así la materia toma conciencia de sus límites; así el cuerpo se reconoce; así las cosas que hacemos y las que no, se inscriben en un plan mayor al que llamamos destino. Hay que ver cuánto nos gusta ponerle nombres a las cosas sin nombre.
 Destino no es lo mismo que predestinación, pero se le parece. Gracias al cinematógrafo abierto hasta el amanecer de Internet visioné la película «Predestination», la última de los hermanos Spierig. El tiempo en manos de los políticos y sus agencias secretas me llevaron hasta la paradoja en la que, a base de rebobinar la existencia, uno puede alcanzar a ser su propio padre, madre y hasta hijo sin dejar de ser uno mismo. Delicioso, pero terrorífico.
 La realidad, pues, no deja de retorcerse mientras la historia pierde su temblor dialéctico y se vuelve una madeja en la que cada hilo suelto puede cambiar el futuro y hasta dejarnos sin él. Ello explicaría que el sueño de todas las dictaduras y, muy en especial, de los nacionalismos, se haga fuerte en los conceptos territoriales a base de manipular la historia, es decir, el relato con que se nos oculta la esencia de lo que somos: simple materia iluminada entre las brasas del tiempo. Pálpito. Parpadeo. Acaso erupción. Vértigo.
 

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