LA TELARAÑA: Versos sueltos

viernes, octubre 24

Versos sueltos


La Telaraña en El Mundo.
 
 A menudo me escapo de Palma como de mí mismo. Visito, entonces, las ciudades salvajes y vírgenes de mi pasado sabiendo que en ellas encontraré nuevos matices que añadirle a la felicidad y también a los conflictos acumulados. Uno va acumulando contradicciones, versos sueltos y hasta estrofas enteras sabiendo que no pertenecen, tan sólo, al tiempo que ya nos hemos echado a la espalda, sino que van conformando, de alguna manera, ese fenómeno temporal tan sobrevalorado que llamamos futuro y que no es sino lo que hacemos cada día, en este instante de ahora que se nos escapa una vez y otra.
 Están, pues, el tiempo y espacio jugando en nuestra consciencia y, sobre todo, en nuestro lenguaje; en nuestra forma de entender el mundo y de progresar (o intentarlo) no sabemos muy bien hacia dónde, por qué ni cómo. Existe todo un abanico de posibilidades por explorar. Casi infinitas maneras de dejarse vencer por el agobio. Muy pocas de hallarle la salida al laberinto y, aun así, no salir bajo ningún concepto, porque la vida consiste en demorarse en las encrucijadas, los preámbulos, las salas de visita, los umbrales del ser que somos. O casi.
 Cuento todo esto porque ando estos días por Valencia. He descubierto un puente de madera sobre el Turia (Pont de Fusta, se llama) que le da cien mil patadas a todos los puentes con que Calatrava le ha ido sacando el rímel a los ojos pintarrajeados de la vida y la política. Y aquí en Valencia, como en Palma, es muy difícil encontrarse un verso suelto y que no lo acaben machacando. Como a Isern.
 

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