LA TELARAÑA: La memoria de los fósiles

martes, junio 24

La memoria de los fósiles


La Telaraña en El Mundo.
 
  Sigue habiendo huesos calcinados bajo la tierra revuelta por las llamas, cada vez más retorcidas, del dolor y el tiempo. Huesos ardidos de una guerra antigua sin otros supervivientes que el odio o la sed de la venganza; que el chisporroteo persistente de la memoria, esa vela trucada que nunca acaba de apagarse, mientras los años parpadean y se suceden los funerales y las celebraciones y sobre la mesa se reparten cadáveres y también banderas con que cubrirlos, sin que haya forma, por desgracia, de lavarle al rostro de la vida sus ojeras de rencor y muerte. El anacronismo de su mirada, la frivolidad de su conciencia.
 Pero ahí está, o sigue estando, entre los fueros y desafueros de la corrupción política generalizada, el PSIB pidiendo que el parlamento balear condene rotundamente (sic) la dictadura franquista, como si el paso del tiempo no la hubiese ya condenado y en sus herrumbrosas argollas, allá en los sótanos subterráneos de las mazmorras más tétricas, no existiera, también, un auténtico catálogo del horror, un enorme alijo de huesos rotos y sus correspondientes voces de ultratumba. Ilusiones tiznadas de sangre reseca. Alaridos subyugados por el silencio. La memoria de los fósiles.
 No parece que este catálogo precise de demasiadas excavaciones; pero es muy digno y humano, por supuesto, querer enterrar a los propios muertos en algún lugar donde nos puedan esperar en calma y sin prisas. Quizá la vida consista en pasar unos cuantos años con los nuestros, primero, y toda una eternidad con sus huesos, después. O así.

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