LA TELARAÑA: El suicidio de los niños

viernes, marzo 14

El suicidio de los niños


La Telaraña en El Mundo.
 
 Puede que los problemas propios de la adolescencia y la juventud no sean sino un terrible anticipo de lo que habrá de venir poco después: la complejidad de la vida más o menos adulta, su rosario de deberes y responsabilidades sin depurar, su carga de fe irracional en las emociones, su variado catálogo de placer y dolor, de juego y miedo, su poso de té y civilización donde ya no hay ni rastro del futuro; o el futuro se evapora, a marchas forzadas, por entre las crines enmarañadas del tiempo. Los trabajos y los días. Los espejismos nocturnos. La resaca del alba cuando al abrir los ojos nos enfrentamos al hastío de siempre. La asfixia, la ficción de los círculos viciosos.
 Pero observo el panorama y tiemblo. Una niña de trece años acaba de dejarse caer, silenciosamente, cinco pisos abajo hasta el estrépito último de la muerte. Quizá el ancestral acoso escolar o cibernético, ahora llamado «bullying». Quizá mil otras nubes con sus particulares tormentas interiores. El alarido familiar de los canes negros o la mueca desencajada e invencible de la tristeza.
 No podemos, sin embargo, ir mucho más lejos. Hay que ofrecer a los jóvenes alguna alternativa mejor al suicidio. Todas lo son. Alguna forma de diálogo. Algún hilo al que asirse cuando la consciencia se agita, cede o se tambalea. Pero no es fácil. Lo sé. Parece que no nos sirve de mucho haber atravesado los peores desfiladeros sin más objetivo que dejar atrás sus tinieblas y burlar todas las fronteras, incluso (y sobre todo) las prohibidas. Habría que solucionar eso.

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