LA TELARAÑA: Contra el petróleo

martes, enero 28

Contra el petróleo


La Telaraña en El Mundo.
 
 Uno se pasó la primera infancia y los años sesenta ejerciendo de dominguero por las calas de la isla y las autovías del seiscientos, por las aguas cristalinas que ya sólo son una quimera, una anomalía en el tullido ecosistema de la memoria, una imagen entresacada de un viejo álbum en el que un «llaüt» de madera no podía servir para surcarle los fuegos ni al mismísimo Sant Antoni, porque ni a un santo se le podía ofrendar lo que ya era, de por sí, sagrado: la supervivencia o el ocio, el viaje interior o el viaje a ninguna parte. El viaje que nos condujo al exilio, aunque eso no lo podíamos saber entonces, sino ahora.
 Pero hay mar de fondo y habrá fuerte oleaje y también resaca. Toca, pues, simulacro de desembarco: desnudarse y hacerse pasar –que tampoco es tan difícil- por auténticas focas desangradas, para que la autoridad competente nos demuestre, al fin, su más que dudosa competencia y evitar, así, que los cañones submarinos de las prospecciones de hidrocarburos nos pongan la fauna y la flora marítima a caldo. Aturdida y lista, como para un revoltijo de marisco hecho trizas. Exaltada y agónica, como para una infame bullabesa de los sentidos.
 El grumo del petróleo salpicando al óleo nuestras costas; convocando, quizá, a un nuevo turismo de mutantes ansiosos de una hora feliz entre las turbulencias del oro líquido y la espuma tibia del barrizal negro. Las islas convertidas en un cónclave postmoderno de muchedumbres con el traje y la corbata de la especulación. O con el turbante y la chilaba de pega. Vade Retro.
 

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