LA TELARAÑA: Liquidación por derribo

martes, octubre 8

Liquidación por derribo


La Telaraña en El Mundo.
 
 Entre las animaciones de un ejército de martillos que marchan sobre las ruinas de una civilización que sigue siendo la nuestra, el niño inglés Pink recibe en clase las torturas del acerado autoritarismo de siempre. Roger Waters observa la televisión y enloquece. En todo ello pienso en este instante, mientras me muevo inquieto entre la bruma y la nieve y «The Wall», la vieja película de Pink Floyd y Alan Parker, vuelve a convertirse en la música de la actualidad más rabiosa: los docentes, al fin, retornan a las aulas y la huelga indefinida deviene una insumisión parcial cobrada a precio de servicio público completo. De letanía y asalto, de juglar y cántico, de broma sobre unos países absolutamente imaginarios. De noche cubierta por un eterno manto de plomo.
 Todo se reduce, pues, a una paradójica y agria pantomima porque, de hecho, nunca llegó a ser otra cosa. No es posible tomarse muy en serio a una marea del color que sea -incluso verde, como el extraño color del cielo cuando el amanecer es tan sólo una premonición y una duda- en manos tan representativas como las de Biel Caldentey o Iñaki Aicart. ¡Por no hablar de Jaume Sastre!
 No es aconsejable perseverar en el fervor social a las caricaturas ni revivir, tampoco, la recurrente pesadilla de la ascensión del mismo nacionalismo que ya convirtiera el siglo XX en el lienzo necesario del «Guernica», en la interminable necrópolis sulfúrea de una Europa de lápidas o en el burdel de la muerte al precio cero de la ganga, el saldo, la definitiva liquidación por derribo.
 

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