LA TELARAÑA: La huelga y la náusea

martes, septiembre 17

La huelga y la náusea


La Telaraña en El Mundo.
 
 «No nos permiten hacer bien nuestro trabajo, nos imponen cómo hacerlo sin contar con nuestra profesionalidad». Ese es el motivo textual -que entresaco de un pasquín en folio tamaño A4, con una cara escrita en castellano y otra en catalán- por el que los docentes dicen que hacen huelga y por la que muchos de nuestros hijos se quedaron ayer mismo en casa, que no es cuestión de llevarlos al colegio para que los trituren allí con el sí pero no de los servicios mínimos, el clamor a jauría no del todo humana de los piquetes y, en general, por el mal ambiente que suelen generar todos estos enredos políticos cuando anclan su razón de ser en el sectarismo (y más si en el sectarismo nacionalista, como en este caso) y no en asuntos de índole general.
 Es decir, la cultura en la multiplicidad casi infinita de sus manifestaciones, el lento y tortuoso devenir del aprendizaje o la siempre difícil búsqueda de la excelencia. Cosas así.
 El niño, y hablo de forma genérica, parece que no tiene, en fin, profesores, pero sí abuelos. Menos mal. No es poca cosa ni tema baladí, sino todo lo contrario, aunque convendría no abusar de la briosa paciencia de los mayores. Resulta que a una generación que apenas sí tiene trabajo (o que lo tiene sólo intermitentemente) se le ha juntado una desapacible ralea de funcionarios públicos que añoran la inercia de los tiempos pasados (esos que les ofrecían seguridad y sueldo vitalicio) y parecen querer perpetuarlos en el sueño tribal y mínimo del nacionalismo catalán. Realmente inaudito. O nauseabundo.
 

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