LA TELARAÑA: Guillotinas al alba

martes, julio 2

Guillotinas al alba


La Telaraña en El Mundo.
 
 
 Hay varias formas de regresar a los fantasmas del pasado y reeditar su calvario, su descompuesta sonrisa de hermosos perdedores para siempre, de caídos con la gloria y la gracia que se presupone a los escogidos sin suerte, a las víctimas sin más remisión que una historia común de tribus nómadas, banderas a jirones y fronteras como zanjas, de siglos de reconquista y generaciones en el exilio, de libros de caballería y molinos como gigantes, de cadáveres que no escampan del pozo negro de la memoria colectiva, de honderos contra el vértigo de los acantilados y de tortuoso garrote vil -cómo no- a falta del destilado veneno cultural de la Ilustración y sus bellísimas guillotinas al alba. Parece que aquí nunca acaba de amanecer.
 Pero en esta oscuridad también podemos encontrarnos. Véanse, si no, las gradas del Camp Nou inundadas por la nostalgia, mientras los émulos de Lluís Llach se clavan en el corazón la estaca de sus propios sueños sin conseguir, tampoco esta vez, aniquilarlos del todo. Hay que ver qué persistentes son las infecciones del alma cuando hunden su ancla en la médula y se convierten en el fermento letal del insomnio.
 Véanse también las gradas (la catarsis del himno y el estado de sitio, alrededor) de Maracaná y hasta el revuelo de otros sueños que no son, contra lo que pudiera creerse, tan distintos. Al contrario. Hay en la épica de esta noche interminable una constelación de luciérnagas que solo desea el regreso de la luz para desaparecer de una vez por todas y siempre. Mientras tanto, titilamos.

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