LA TELARAÑA: Las cloacas reales

viernes, mayo 10

Las cloacas reales

La Telaraña en El Mundo.
 

 Habrá que nombrar a Fina Santiago experta en asuntos reales. Pero no me refiero, por supuesto, a la realidad general del día a día en que vivimos o transitamos, con su material poético, su difusa dialéctica y su gran carga simbólica, cuando no heráldica, sino a la vertiente más arrabalesca y, quizá, atribulada, de la Casa Real; a sus cloacas y pozos negros, para entendernos: un lugar excelente si de lo que se trata es de dar rienda suelta a la acritud y al resentimiento ideológico. Un mal lugar si de lo que se trata es de pensar en profundidad sobre el ser y el devenir o sobre el eterno regreso de lo mismo atravesándonos una vez y otra sin que sepamos, con exactitud científica, por qué ni cómo.
 
 Pero a la portavoz de MÉS, como a tantos otros que se agarran al incendiario de sus certezas para no tener que asumir su propia y letal ignorancia, tampoco se lo intentaríamos explicar porque, de hecho, no podría ni querría entenderlo. Es lo que hay. O lo que no hay.
 
 Mientras tanto el declive, ahora sí general y cotidiano, continúa avanzando con un paso entre marcial y tambaleante, grotesco, afligido. Empieza el calor y ya hiede a descomposición o, quizá, a estampida. No me creo nada y, sin embargo, me gustaría poder creer en algo, en cualquier cosa, en un gesto de solidaridad indescifrable, en una frase afortunada que nadie acaba nunca de pronunciar por completo, en una suerte de milagro que nos devuelva, si no la sonrisa, sí la mirada limpia y a salvo de los prejuicios, con que una vez vimos el mundo y aún lo recordamos.

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