LA TELARAÑA: Desahucio de la razón

viernes, abril 26

Desahucio de la razón


La Telaraña en El Mundo.

 
 ¿Eso que se adivina más allá del último confín es aún la vida? Con esta pregunta, sin más respuesta que un silente parpadeo, acaba el poemario «Entreguerras» de J. M. Caballero Bonald, acaso el penúltimo libro que tuve el humor de comprarme y que he tenido, en fin, que rescatar de entre el desorden y el polvo de la mesa en la que escribo y leo, en la que barrunto estas líneas y borro otras, como si sólo así, a base de acometidas y mutilaciones, uno pudiera librarse de sí mismo y ser otro o no serlo. ¿Quiénes somos? Ah, la vieja retórica de palparse, repetida y obsesivamente, para acabar ignorando qué diferencia la realidad de la ficción. La economía. Los hackers. El virtual agujero negro de cada día.
 Pero hoy ando de estreno, aunque no sepa muy bien si es por desahucio (de la razón, claro) o realojamiento. Tampoco importa mucho, porque las palabras se me agolpan en esta esquina igual que en las columnas verticales de hasta anteayer mismo. Sólo queda, si es que algo ha de quedar, la voz y, tal vez, su resonancia. El eco, ese temblor del que ignoramos tanto su origen como su desenlace.
 Nos queda, eso también, la vocación de no encadenarnos aunque otros vuelvan a convocar viejas cadenas, dicen que humanas, por una lengua que se les va oxidando a pasos agigantados de tanto pasearla por la asfixia de los pasillos de una mazmorra inhabitable. Vale. Aceptamos no poder elegir, por desgracia, el lugar exacto en que vivimos, pero no que nos impidan hacerlo como nos dé la gana. O como nos dicte la conciencia. Faltaría más.

Etiquetas: