LA TELARAÑA: Refutación de la momia

lunes, marzo 11

Refutación de la momia

La Telaraña en El Mundo.
 
 Resulta repugnante mantener la indignidad embalsamada, como si el telón del tiempo y la muerte no hubiera dejado caer su definitivo manto de plomo sobre el cadáver exquisito que ya fuimos. O quisimos haber sido. O que otros quisieron por nosotros. La tesis vale, por extensión, para Chávez igual que para Lenin, Eva Perón, Ho Chi Minh, Kim Jong-il o la pléyade de faraones egipcios -cada cual con su particular maldición a cuestas- que en la Historia han sido.
 Vale, de hecho, para todos y cada uno de nosotros, si no somos capaces de asumir que el polvo que seremos ya cubre, y además con creces, no sólo el espectro entero de lo real, sino también el de nuestros deseos. Hasta los frustrados, por supuesto.
 Con todo, parece que la vida, convenciones sociales al margen, tiene sus propias reglas, su íntimo, hermético e imparable mecanismo de relojería y que, según envejecemos, cierta dosis de realismo -que no de resignación- va adueñándose, poco a poco, de nosotros. No se trata, sin embargo, de ir desprendiéndose alegremente de los ideales que nos hicieron vibrar -y que nos hicieron mejores-, sino de intentar preservarlos, no como momias disecadas ni como objetivos a revivir, sino como puntos de referencia, como coordenadas éticas que nos permitirán reinterpretar el mundo a cada instante y hasta situarnos en él. O en sus afueras.

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