LA TELARAÑA: Grados de tortura

lunes, marzo 25

Grados de tortura


La Telaraña en El Mundo.
 
 No hay nada como ir al dentista y someterse -en la misma sala de espera: casi que a modo de precalentamiento- a la tortura de la prensa del corazón. Aún me rechinan los molares después de comprobar, por ejemplo, que Penélope Cruz, embarazada y en bikini, es un calco de todas las mujeres, embarazadas y en bikini, que uno ha podido admirar, aunque ella no se bañe en aguas cualesquiera, sino en las de una playa exótica del Caribe. Qué menos.
 No vean, además, lo que se agradece reparar, entre otros prodigios, en lo mucho que dice trabajar uno de los hijos -ni idea de cuál- de Julio Iglesias. O de las penurias y tragedias resueltas -y convertidas, finalmente, en libro de memorias, claro- de ya no recuerdo qué marquesa de cierto tronío. Por no hablar de la curiosa familiaridad con que se nos habla de innumerables personajes a los que, sin duda, deberíamos conocer, pero no conocemos. Somos así de bárbaros o de iletrados.
 Podría pensarse, pues, que hay ciertos niveles de realidad que sólo pueden percibirse a través del papel satinado de algunas revistas. Pero no es así. Todos los días que escribo estas columnas me desayuno con la actualidad de políticos y banqueros, las redes de comisionistas, la Ley Lassalle, la última de los entes públicos y la penúltima de los juzgados. ¿Quién puede temerle, luego, al arsenal del dentista?

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