LA TELARAÑA: El lugar de los sueños

sábado, marzo 23

El lugar de los sueños

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que los escombros de las viviendas ilegales de Ses Covetes deben enterrase en la zona de playa?
 
 
  Sí. Y es que si, al final, hasta la mismísima Estatua de la Libertad, convertida en ruina, pero también en símbolo y advertencia, va a acabar plantada donde el mar y los arrecifes rompen en una espuma de siglos -tal y como vimos en la mítica escena que cerraba «El Planeta de los Simios», la película que protagonizara Charlton Heston- no sé a qué viene quejarse, ahora, porque un montón de escombros inertes acaben enterrados en su hábitat natural. Polvo eres y polvo serás. Es decir, toneladas de piedra al borde del desahucio, desmoronándose sobre las lenguas de arena de las playas, la incierta línea entre la civilización y la barbarie fundiéndose en un lujurioso abrazo que sólo puede culminarse en sí mismo y en su eternidad. La tierra de regreso a la tierra y a su origen, al principio ígneo donde sólo existían las constelaciones de gases y amenazaba explosión. En efecto, explotó. Y aquí estamos, por ahora.
 Entre gestiones administrativas y reminiscencias bíblicas. O sea, donde siempre. Pisando el lodo y hasta chapoteando en él, porque ese juego nos gustó de niños y no hay forma de olvidar lo que uno lleva en los genes. O en la cultura. O en sus ansias interiores de crear y destruir, sucesiva y simultáneamente, sin más orden ni concierto que el placer o el dolor de hacerlo. El mono gramático que coge una pluma, igual que un hacha, con tal de llevarse por delante todo lo que halle: la página en blanco, las playas y los bosques vírgenes, la inocencia que perdió ya no recuerda cómo ni cuándo. Ese algo sin nombre que le late en el pecho y la sien. Ese afán de ruinas sobre las que asentarse.
 Me parece perfecto, pues, que el Tribunal Superior de Justicia de Baleares haya dado vía libre a la demolición de los apartamentos ilegales de Ses Covetes y autorizado enterrar sus toneladas de escombros a pie de playa. No se pueden desterrar los sueños del lugar donde, y para el que, fueron concebidos.

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