LA TELARAÑA: marzo 2013

viernes, marzo 29

Iluminaciones y senderos


La Telaraña en El Mundo.
 
 Huele a cera, aunque no haya mucha más que la arde y los pasos se achiquen y se vuelvan cada vez más lentos, como si la cuesta fuera siempre hacia arriba y no se vislumbrara la esperanza o la posibilidad del regreso. Pero no es mal viaje, con todo, esta ascensión solemne y ordenada entre tanto alboroto tribal y miedo, entre tanto ruido de tambores y asfixia, entre tanta persecución e incontinencia: sólo física o verbal, porque el espíritu parece haberse tomado unas largas vacaciones. Igual se las merecía y ahora nos toca pagarle, una a una, la eternidad de sus horas extras.
 Otros viajes, como el del senderismo iluminado a través de las cañadas de habla catalana, ya los tuvimos que pagar sin que nadie los sudara. De momento, la diputada de MÉS, Joana Lluïsa Mascaró, ha colgado su acta a modo de baliza en la encrucijada de todos los caminos. Los reales e inventados. Los que las subvenciones plantan como cruces desoladas en mitad del desierto.
 Uno no se alegra, sin embargo, de que la corrupción no entienda de siglas y hasta parezca a gusto con todas ellas; al menos, con las que, al alcanzar ciertas cotas de poder, empiezan a creer que la cera arde en su honor en vez de hacerlo, como es obvio, en señal de obligada penitencia.

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jueves, marzo 28

El gran artificio


La Telaraña en El Mundo.
 
 Deben andar poseídos por alguna fe que me resulta esquiva desde hace décadas. O por intereses personales que ya no me atañen y que sólo compartí, si acaso de forma tangencial, cuando no tenía ni la más remota idea de cómo funcionaba el mundo, las corrientes de opinión, los partidos políticos y, de paso, la sociedad entera. Sus curiosas filias. Sus voraces fobias.
 Me refiero a ese entramado que se genera, al parecer, cuando se juntan más de dos personas y que sólo desaparece, por fortuna, cuando uno decide mantenerse al margen de todo y asume que, pese a seguir chapoteando en la ignorancia, no está obligado a la ingenuidad de comulgar con ruedas de molino. Con ninguna, por supuesto.
 Pero ahí están. La ejecutiva del PSIB-PSOE posó para la foto, aunque fueron sus declaraciones las que mejor les retrataron. No, no condenaron el escrache ni las agresiones físicas (y políticas) de Valtònyc. Nada de eso. Se limitaron a presentar su «Propuesta sobre la articulación federal de España». Es decir, su deseo de manejar más impuestos y competencias. ¡Ellos, ellos por nosotros! Dan ganas de salir corriendo, pero no lo haremos, porque la insignificancia de unos (y de otros) sólo corrobora el gran artificio del que viven. A nuestra costa.

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lunes, marzo 25

Grados de tortura


La Telaraña en El Mundo.
 
 No hay nada como ir al dentista y someterse -en la misma sala de espera: casi que a modo de precalentamiento- a la tortura de la prensa del corazón. Aún me rechinan los molares después de comprobar, por ejemplo, que Penélope Cruz, embarazada y en bikini, es un calco de todas las mujeres, embarazadas y en bikini, que uno ha podido admirar, aunque ella no se bañe en aguas cualesquiera, sino en las de una playa exótica del Caribe. Qué menos.
 No vean, además, lo que se agradece reparar, entre otros prodigios, en lo mucho que dice trabajar uno de los hijos -ni idea de cuál- de Julio Iglesias. O de las penurias y tragedias resueltas -y convertidas, finalmente, en libro de memorias, claro- de ya no recuerdo qué marquesa de cierto tronío. Por no hablar de la curiosa familiaridad con que se nos habla de innumerables personajes a los que, sin duda, deberíamos conocer, pero no conocemos. Somos así de bárbaros o de iletrados.
 Podría pensarse, pues, que hay ciertos niveles de realidad que sólo pueden percibirse a través del papel satinado de algunas revistas. Pero no es así. Todos los días que escribo estas columnas me desayuno con la actualidad de políticos y banqueros, las redes de comisionistas, la Ley Lassalle, la última de los entes públicos y la penúltima de los juzgados. ¿Quién puede temerle, luego, al arsenal del dentista?

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sábado, marzo 23

El lugar de los sueños

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que los escombros de las viviendas ilegales de Ses Covetes deben enterrase en la zona de playa?
 
 
  Sí. Y es que si, al final, hasta la mismísima Estatua de la Libertad, convertida en ruina, pero también en símbolo y advertencia, va a acabar plantada donde el mar y los arrecifes rompen en una espuma de siglos -tal y como vimos en la mítica escena que cerraba «El Planeta de los Simios», la película que protagonizara Charlton Heston- no sé a qué viene quejarse, ahora, porque un montón de escombros inertes acaben enterrados en su hábitat natural. Polvo eres y polvo serás. Es decir, toneladas de piedra al borde del desahucio, desmoronándose sobre las lenguas de arena de las playas, la incierta línea entre la civilización y la barbarie fundiéndose en un lujurioso abrazo que sólo puede culminarse en sí mismo y en su eternidad. La tierra de regreso a la tierra y a su origen, al principio ígneo donde sólo existían las constelaciones de gases y amenazaba explosión. En efecto, explotó. Y aquí estamos, por ahora.
 Entre gestiones administrativas y reminiscencias bíblicas. O sea, donde siempre. Pisando el lodo y hasta chapoteando en él, porque ese juego nos gustó de niños y no hay forma de olvidar lo que uno lleva en los genes. O en la cultura. O en sus ansias interiores de crear y destruir, sucesiva y simultáneamente, sin más orden ni concierto que el placer o el dolor de hacerlo. El mono gramático que coge una pluma, igual que un hacha, con tal de llevarse por delante todo lo que halle: la página en blanco, las playas y los bosques vírgenes, la inocencia que perdió ya no recuerda cómo ni cuándo. Ese algo sin nombre que le late en el pecho y la sien. Ese afán de ruinas sobre las que asentarse.
 Me parece perfecto, pues, que el Tribunal Superior de Justicia de Baleares haya dado vía libre a la demolición de los apartamentos ilegales de Ses Covetes y autorizado enterrar sus toneladas de escombros a pie de playa. No se pueden desterrar los sueños del lugar donde, y para el que, fueron concebidos.

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viernes, marzo 22

El agua y la leche


La Telaraña en El Mundo.
 
 Lo de la leche y el agua, por no hablar de otros zumos igual de ilustres, me lleva a mal traer porque bebo mucha más agua que leche y con el agua que ya lleva la leche -además del agua con que aguo mi café con leche, que esa es otra- ya voy más que servido. De leche y agua. O de envases reciclados que sólo sirven para llenarnos la nevera de cartones opacos, que a saber, luego, qué contienen. Leche o agua, supongo. Pero no sólo eso.
 De hecho, encubren nuevos impuestos que, a base de céntimos privados, obrarán el milagro de convertirse en millones de euros públicos, como si de un refrito de la multiplicación de los panes y los peces se tratara. Sólo que aquí el multitudinario banquete hay que pagarlo a escote y a tocateja. ¿Qué quieren que les diga? Me parece la leche.
 Y me lo seguirá pareciendo mientras siga existiendo una sola empresa pública brincando, por ahí, en el indeciso espacio que media -casi un abismo- entre la realidad metafísica de los presupuestos de la comunidad y el saldo físico, a fin de mes, de las cuentas de hogares y familias. No se trata, pues, de hacer demagogia, sino de eliminar tanto ente interpuesto, Consell de Mallorca incluido, que sólo sirve para aguar la leche con el cloro del agua. O viceversa.

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jueves, marzo 21

Regreso a Babel


La Telaraña en El Mundo.
 
  No es fácil gestionar la miseria. Para corroborarlo podríamos preguntar a Rafael Bosch sobre las ruinas de Babel. O a Cristina Ros sobre esas otras ruinas -recién traspasadas a Nekane Aramburu: mucha suerte- que llevan siendo, desde su inauguración, las paredes desvalidas, los pasillos tortuosos y hasta el aljibe de Es Baluard, esa colmena en lo más alto de una muralla que ya no se sabe de qué nos protege. No de nosotros mismos, por cierto.
 También podríamos preguntar a Merkel y a la Troika europea sobre cómo se puede atentar contra los ahorros bancarios de los ciudadanos (de momento, sólo de Chipre, pero quién sabe) que aún piensan que es mejor dejar el dinero en una cuenta corriente que en el colchón de lana de toda la vida. Puede que debamos replantearnos algunas cosas. O muchas.
 Pero dejemos el agobio y las preguntas. Quería comentarles la paradoja de que si, mientras andamos de viaje, nos falta tiempo para visitar todos los museos y exposiciones posibles, nos ocurre todo lo contrario cuando estamos en Palma. En Caixa Fórum anduve ojeando el espectro vertical de las más célebres torres y rascacielos de la Historia. Como es obvio, siempre regreso a Babel, a su sumergido laberinto interior; y a Brueghel, por supuesto.

 

 

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lunes, marzo 18

Desayuno en Melbourne

La Telaraña en El Mundo.

 Caen dos gotas en las antípodas y el mundo se estremece. Mi doble madrugón del fin de semana -sobre todo, el sábado- se quedó en agua de borrajas y desayuno a destiempo. En mera declaración de intenciones, porque ya no hay nada que hacer; en efecto, el mundo se ha vuelto medroso y hasta los autos locos de la Fórmula 1 huyen en pos de un paraguas. La seguridad, dicen unos. O el miedo, otros. O llueve, dice Charlie Whiting, mientras Fernando Alonso mira el cielo y frunce el ceño por nosotros. O por Vettel y Newey.
 
 Pero las anécdotas han sido elevadas de la categoría de síntomas a la de diagnósticos. Hasta a los maestros les duele ser pasto de la guasa en Twitter y, aunque les entiendo, prefiero asirme al recuerdo ejemplar de aquellos otros pedantes, los que iban a pie de casa en casa enseñando a los niños lo que sabían. O lo que intuían.
 
 El mundo, pues, se ha convertido en un ir y venir de quejas sin más soporte (digital) que la dialéctica binaria, ese fiel trémulo donde hasta la historia buscó su equilibrio y sólo encontró la abolición de su discurso. O su silencio, porque no resuenan apenas matices más allá del muro general de las lamentaciones. Igual el carro de los ofendidos es ahora el arca de Noé, pero cuando regrese la paloma con la rama de olivo es muy posible que la apedreen. Por seguridad. O por miedo. Ya lo dije.

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sábado, marzo 16

El horror de la bisagra


La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que Mallorca necesita un partido político como Proposta per les Illes (PI)?
 
 No. Mallorca puede necesitar y necesita, de hecho, muchas cosas, pero no, desde luego, un nuevo partido político y, menos aún, si el recién llegado no pasa de ser una refundación especular de la siniestra Unió Mallorquina, un híbrido que se atavía ahora con los trajes folclóricos del regionalismo más rancio para ir dando rienda suelta, según convenga, a las aspiraciones nacionalistas o a las liturgias neoconservadoras. La sospechosa reedición de la oxidada bisagra que tantos años lleva ya chirriando en (casi) todos nuestros gobiernos locales, de un signo o del otro.
 «Proposta per les Illes», por lo tanto, no propone nada que no sepamos o que no podamos prever con suma facilidad. Basta fijarse en la profana trinidad de sus presuntos líderes como para echarse a temblar. O a reír. O a lo que sea, porque el catálogo no tiene ningún desperdicio. Un político -bastante aséptico, por cierto- que logró sobrevivir a Munar, como Josep Melià, un afiliado confeso de la OCB (esa necrópolis subvencionada del sectarismo), que fue, además, conseller con el Partido Popular, como Jaume Font, y un diputado raso que ha conseguido atrincherarse en un escaño, que ya no debiera ser suyo, hasta convertirlo en el mejor paliativo contra el desahucio político, Antoni Pastor. El cóctel lleva, pues, de todo y acaso sólo falte agitarlo, que no removerlo, para que acabe cuajando. O explotando entre nosotros, que es casi lo mismo. Pura vigilia del delirio. Exhibición de marketing, repetido y replicante.
 O sea, nada nuevo bajo el sol. Ya dije, en su momento, que existe una franja estrecha entre los dos grandes partidos y que colarse en esa tierra de nadie permite jugar a los peajes y las contraprestaciones. Hoy contigo. Hoy contra ti. Y suma y sigue, para que el poder compartido siga chirriando gracias a las matemáticas y a la deficiente estructura de un sistema electoral cerrado, donde ya quisiéramos listas abiertas y gente con ideas propias; y no está panda de advenedizos. O de lo que sean.

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viernes, marzo 15

Púrpura y niebla


La Telaraña en El Mundo. 
 
 Podemos ser todo lo escépticos que queramos. Y lo somos, sin duda. Podemos observar el universo como si se tratara de un espectáculo organizado por no sabemos qué secreta o, quizá, incognoscible compañía. Lo es, aunque en el intermedio, cuando cae el telón y el escenario se evapora, nos tengamos que enfrentar a la verdad intolerable de sabernos unos simples figurantes, unos extras sin más obligación contractual (pero íntima) que prolongar nuestra presencia entre los bastidores donde ocurre la vida y se celebra, también, su finiquito.
 O el nuestro. Ese ERE diario y repetido. Tan eterno (y efímero) como el humo blanco sobre Roma. Buenos Aires. O Palma. El mundo es esa niebla.
 Podemos, pues, dejarnos llevar tanto por el artificio púrpura y solemne del rito, como por el de las sogas enlazadas de cualquier bandera, ideología o conjura. Tanto da, porque nada se sostiene por sí mismo, porque todo es simbólico y arquetípico, aunque su trasfondo nos acabe revelando, si tenemos esa suerte, que el único sentido cierto de la existencia es seguir buscándole sentido, como si creyéramos, y con firmeza, que lo tiene. Pero no sé yo. O sí. Yo sí creo que lo tiene, pero para qué hablar de lo que no puede ser explicado. Con sonreír, basta.

jueves, marzo 14

Ni héroes ni mártires

La Telaraña en El Mundo.

  Tiene razón el alumno de Na Caragol, el Colegio Público de Artá, cuando le aconseja a su madre «que aprenda catalán y se integre». Tiene razón, porque una sociedad libre no puede exigirle a un niño que asuma la heroicidad de sustituir la diversión en el patio escolar por unas tristes, y seguro que gélidas, clases de castellano; que, además, no parecen muy dispuestos a darle. En absoluto.
 
 Pero no hay problema. No queremos héroes ni mártires. No los necesitamos, porque ese fetichismo histórico ya lo dimos por inútil hace tiempo; quizá cuando entendimos (aunque yo, como siempre, sólo hable en mi nombre) que tampoco queríamos integrarnos, porque integrarse en cualquier sectarismo uniforme es convertirse en cómplices y ejercer, a la vez, de verdugos y víctimas. Es entrar chapoteando en el lodo de la peor dialéctica, como perros atemorizados, para intentar, así, limpiarse de no sé sabe qué infección, qué identidad robada, qué necios silogismos mal planteados. Un disparate.
 
 Nos queda, eso sí, el regusto amargo de ver cómo los que prometían devolvernos la libertad lingüística -es decir, el Partido Popular de las Islas- no sólo no lo hacen, sino que, de hecho, parecen empeñados en perpetuar la situación opuesta. Pero tomamos nota.

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lunes, marzo 11

Diez años


Volvió a pasárseme la fecha, pero ya hace diez años y unos días que empecé a escribir este blog. En fin, como decíamos ayer....

Refutación de la momia

La Telaraña en El Mundo.
 
 Resulta repugnante mantener la indignidad embalsamada, como si el telón del tiempo y la muerte no hubiera dejado caer su definitivo manto de plomo sobre el cadáver exquisito que ya fuimos. O quisimos haber sido. O que otros quisieron por nosotros. La tesis vale, por extensión, para Chávez igual que para Lenin, Eva Perón, Ho Chi Minh, Kim Jong-il o la pléyade de faraones egipcios -cada cual con su particular maldición a cuestas- que en la Historia han sido.
 Vale, de hecho, para todos y cada uno de nosotros, si no somos capaces de asumir que el polvo que seremos ya cubre, y además con creces, no sólo el espectro entero de lo real, sino también el de nuestros deseos. Hasta los frustrados, por supuesto.
 Con todo, parece que la vida, convenciones sociales al margen, tiene sus propias reglas, su íntimo, hermético e imparable mecanismo de relojería y que, según envejecemos, cierta dosis de realismo -que no de resignación- va adueñándose, poco a poco, de nosotros. No se trata, sin embargo, de ir desprendiéndose alegremente de los ideales que nos hicieron vibrar -y que nos hicieron mejores-, sino de intentar preservarlos, no como momias disecadas ni como objetivos a revivir, sino como puntos de referencia, como coordenadas éticas que nos permitirán reinterpretar el mundo a cada instante y hasta situarnos en él. O en sus afueras.

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sábado, marzo 9

Todo por la pasta

 
La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que el GOB hace bien en exportar una imagen negativa de Mallorca en el exterior?
 
 
 Sí. El bien o el mal, en este caso, son sólo perspectivas de mercado. Prospecciones en la cara o en la cruz -como si en el canto- del subconsciente colectivo de una Europa que hace turismo, al parecer, igual que practica la evasión etílica o el funambulismo químico y el deporte extremo de andar al galope por sobre los balcones oxidados de los hoteles, los apartamentos y la crisis. Luego llegará la resaca o, en el peor de los casos, la piedra dura, y mordida de sangre, del vacío y el desangelado y aséptico descanso final en los tanatorios donde todo se olvida, inmóvil y yacente, al fin derrotado.
 
 Pero, mientras tanto, la hora feliz seguirá siendo la más ruidosa y barata a este lado del universo y correrán, río abajo, los litros de cerveza por los gaznates, como agujeros negros, de un turista híbrido y desnortado, pálido, no de ausencia de sol sino de lujuria y agarrotamiento interior, que no viene a la Isla a descubrir nada en concreto, sino a olvidarse cuanto antes de todo. Una lobotomía urgente de los sentidos en el todo incluido de un paraíso artificial donde el decorado es de cartón piedra y hasta los extras son (o somos) de pega.
 
 Pero esa Mallorca convertida -gracias a la pirotecnia del GOB y de su estrella invitada, Miquel Barceló- en una especie de ensaimada negra, bajo una lluvia de alquitrán y petróleo, de cemento líquido o de basura recién importada, nos subyuga igual que nos repele, aunque la sepamos irreal y paradójica, un pretexto para ir decantando las balanzas comerciales del turismo de un lugar a otro y contribuir, así, al trasiego de los vasos comunicantes de la miseria y la incultura, al tráfico millonario y negro, negrísimo, de las subvenciones, vengan de donde vengan. El GOB lo sabe y quiere recuperar ese dinero que se le va yendo por las cloacas -paisaje y lengua- de la corrupción. Será que por las del trabajo bien hecho no puede. Igual ignora lo que es eso.

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viernes, marzo 8

Videojuegos y féretros


La Telaraña en El Mundo.
 
 
  No resulta fácil mantener la elegancia ni el estilo cuando se suceden, alrededor, los aspavientos, los alaridos y los insultos. Vale que la acción ha acabado sustituyendo al pensamiento y que la decadencia se ha convertido en nuestra forma de vida; pero no se puede elegir el mundo que nos rodea. Basta y sobra con adaptarse y sobrevivir. O luchar por hacerlo.
 Divido las horas entre las aventuras de una digital, pero hermosa, Lara Croft, en el nuevo videojuego de la serie «Tomb Raider», y el paseo triunfal del féretro de un dictador a lomos de la muchedumbre y, sobre todo, de su íntima policía espiritual. Ya no sé cuántos cadáveres he saqueado esta tarde. Ni cuantas alimañas he logrado asaetear cuando el ordenador empieza a renquear y el discurso de la revolución se diluye con la muerte y con el exhibicionismo de los plañideros. Tanta impostura me asombra. O me repugna. O me deja huérfano de palabras. Pero no en silencio.
 Dos videojuegos en uno. Luego me encuentro en las terrazas en llamas de los bares con la sonrisa irónica y cómplice (mutuamente irónica y cómplice) de Lorenzo Bravo y me digo que algún día he de comprobar si, más allá de las reyertas políticas, puede existir la afabilidad. Creo que sí. Pero no estoy seguro.

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jueves, marzo 7

"Mallorca Blackout"


La Telaraña en El Mundo. 
 
 Con Miquel Barceló me tomé una copa en la barra de un pub, que ya no existe, hace siglos. No podía, entonces, imaginar que esa copa le iba a sentar tan mal (o tan bien, porque las cosas son según las sentimos) ni que, con el paso del cáliz de tiempo, los viajes, los marchantes y los políticos que le contrataron, como Matas o Zapatero, él se iba a convertir en una celebridad (ni yo, como Mallorca, en un voraz agujero negro: sorpresas te da la vida, ay, dios).
 Con todo, la música y, en especial, su estruendo, siguen siendo iguales para ambos. Yo tecleo estas líneas, entre otras muchas, mientras él cubre de barro y especias una capilla de la Seo o embadurna el cielo raso de la Sixtina, o similar, de las Naciones Unidas. Un simulacro sobre otro y poco más. En su caso como en el mío, por supuesto.
 Pero la última de Miquel es un video realizado por el GOB y el cineasta Agustí Torres, bajo el lema: "¿Visitas Mallorca? Nuestro gobierno la agrede. Ayúdanos a protegerla". Me parece perfecto que los recios germanos de la ITB de Berlín, que ya conocen la «Bierstrasse» del Arenal, se adentren en la mística de la basura reciclada, la Ley de Costas, Sa Ràpita o la Marina de Magaluf, entre otros albañales. De esta, nos invadirán. Seguro.

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miércoles, marzo 6

Antoni Serra en Última Hora


Gracias a Antoni Serra por sus palabras sobre Els Plecs Ocults.


lunes, marzo 4

Lengua y territorio


La Telaraña en El Mundo.
 
 No va mucho, o quizá nada, del seguir reivindicando «nuestra identidad», como pidió Francina Armengol al concluir los fastos dialécticos del treinta aniversario del Estatut, a la persistente reclamación del «derecho a decidir», que protagonizó, en el mismo lugar y a la misma hora, Biel Barceló.
 La verdad es que ya no sé de qué me sorprendo (y hasta puede que no lo haga y sólo lo esté fingiendo) y que, de hecho, conceptos como identidad o derecho a decidir me parezcan simples gruñidos guturales, meras especulaciones, el último pretexto al que se aferran los que no saben qué hacer con sus propias vidas y no tienen otra peor que querer ocuparse de las nuestras. Vade retro.
 Pasa lo mismo, más o menos, con la lengua y el territorio. El CEIP Pràctiques de Palma (de Mallorca, por supuesto) justifica su absoluta inmersión lingüística en que el catalán es la lengua que aquí se habla. Miren. Ya no me quedan ni fuerzas para reiterar que los territorios tienen arbolillos y acantilados, tienen frondosos valles y hasta, quizá, montañas nevadas. Tienen ciudades envueltas en sol o niebla. Un montón de vistas inmejorables y no pocos albañales vergonzosos. Tienen de todo, pues, salvo lengua, que es patrimonio exclusivo (y casi que el único que nos queda) de los seres humanos. Al menos hasta que nos la quiten. Si pueden. O si les dejamos.

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sábado, marzo 2

Una temporada en el Infierno

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que la autonomía ha sido beneficiosa para Baleares tras 30 años de Estatut?
 
  No. O no necesariamente. O hay que ser muy fetichistas -mejor si hasta la exageración- para creer que una forma determinada de gobierno -salvada sea, la democracia- es, por sí misma, mejor que cualquier otra y aferrarse, entonces, como fieles y parroquianos sumisos y poseídos, además, por el presunto dogma de fe de que un poder y una administración próxima (y hasta familiar) es preferible a una gestión, quizá telúrica, desde el infinito remoto de la lejanía. Pues no sé yo. O para que quiero que me gobiernen las mediocridades locales en vez de las foráneas. O viceversa. O al revés. Habrá, en fin, que ceñirse al precario saldo de los balances para sacar alguna conclusión en limpio. O ni eso. Pero intentémoslo.
 El mito del autogobierno lleva treinta años -felicidades- derritiéndose, pero aun y así goza de buena salud. O de tanta que ya empieza a derivar -y a la deriva- hacia el independentismo. Dios nos pille confesados. O mejor, no, que no nos pille, que la penitencia sería terrible. Pero qué más da. Lo único cierto es que no nos ha bastado padecer la excelsa nómina de gobernantes que nos han deparado las urnas y, sobre todo, los pactos y regateos partidistas -desde Gabriel Cañellas a Jaume Matas y Francesc Antich, que repitieron, sin olvidar a Cristòfol Soler y al actual José Ramón Bauzá- para desengañarnos del todo. O para convencernos de que quien nos gobernó desde las sombras fue, casi siempre, María Antonia Munar y su séquito de paniaguados. Y su espíritu. O su tribu. Y su secta. O ese ente tan doméstico que son las Islas a precio de ganga y derribo. O pelotazo.
 Pero no todo ha sido negativo. En absoluto. Hemos aprendido a conocernos y a saber lo que no sé si sabíamos. Somos tal y como nos gobernamos -aunque parezca imposible- y así nos ha ido y así nos seguirá yendo con el gobierno y la forma de gobierno que sea. Treinta años no es mucho tiempo, aunque sea casi media vida. Siempre nos quedará la otra media para intentar remediarlo. O para salir corriendo.

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viernes, marzo 1

Educación y criptografía


La Telaraña en El Mundo.
 
 A un fracaso estrepitoso le sucede otro mayor, como si nos sedujera, tal vez, el ritmo lunar de las mareas. O una sucesión de trastornos tectónicos, mientras el sismógrafo social cruje y contenemos el aliento bajo la presión constante de la asfixia. Pero igual su sombra no es, pese a todo, el peor de los cobijos. O lo que no mata, fortalece. O siempre hay vida donde hay algún tipo de discurso. Siquiera sus ruinas últimas. O las brasas de la polémica. O de la acritud. ¿Por qué no?
 Hablo de las negociaciones rotas entre la Consellería de Educación y los sindicatos y de la inútil convocatoria de varios días de huelga y algaradas. O de cómo se encadenan los fracasos sin más solución que el próximo desengaño, el que ya está amaneciendo antes de que anochezca. ¡Como si no deseásemos luz y sombras en vez de este espejismo de plomo!
 Con todo, que una sentencia del Tribunal Supremo sea acogida con la misma satisfacción por los que defienden la libertad de elección de lengua que por los que apoyan la inmersión lingüística no deja de ser asombroso. ¿Por todos? No. De momento Rafael Bosch no ha querido pronunciarse, porque igual resulta que la criptografía jurídica no es su fuerte y aún ha de estudiarla. Pues hace bien. O más le vale.

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