LA TELARAÑA: Elogio del cinismo

sábado, enero 19

Elogio del cinismo

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que los diputados han hecho bien en subirse el sueldo al levantarse el recorte de Rajoy?
 
 
 Sí. Año Nuevo, vida nueva. O de cómo los políticos, instalados definitivamente en las lujosas y holgadas trincheras de su realidad alternativa, deciden otorgarse el homenaje de regresar, como si nada hubiera ocurrido, a sus sueldos reconstruidos de antes de la gran crisis y los enormes recortes, a la previa dilatada y enloquecida de ese periodo ominoso que ya no va con ellos porque, de hecho, nunca lo fue.
 Y si la plebe chilla, que chille, que ellos -parapetados tras la sombra piramidal de sus dos partidos mayoritarios- sólo chirrían cuando les place y hay dietas de asistencia por cobrar, porque saben que ya no es tiempo de guillotinas ni de sogas al alba y en la polvorienta plaza pública, sino de pactos y conjuras silenciosas en los cenáculos y despachos de la usura, en las salas tullidas y ceremoniosas de los tribunales, en el ocaso y la agonía de un sistema que está a punto de romperle las costuras a la Historia; y hasta de salirse de ella, aunque no se sepa hacia dónde. ¿Todo el poder para el pueblo? Claro. Por supuesto. Vale.
 Pero no sé de qué se escandalizan los que aún se escandalizan. ¿Alguien se escandaliza? Lo único constatable es que se restituyen el 7% perdido de su soldada porque pueden y, además, porque lo valen. O eso se creen ellos, mientras las huestes de ciudadanos indignados (en su mayoría, ciudadanos residentes en los precarios aledaños del desempleo y el desahucio o, en su defecto, un tropel de funcionarios sin futuro alguno, aunque aspirantes, pese a todo, a directores generales, cómo no) les reclaman los derechos perdidos, el bienestar desmantelado, el poder adquisitivo marchito y les salen al paso con pancartas, pegatinas y demás pareados asonantes al uso. O con las ingrávidas banderas y banderolas de la secesión o el parasitismo dialéctico. Poca cosa, en fin. Casi que una monodia celestial para quienes sólo oyen lo que quieren oír. Que no cese la música.

Etiquetas: