LA TELARAÑA: Un cadáver exquisito

sábado, diciembre 22

Un cadáver exquisito

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que el catalán tiene que ser, como desea el conseller Rafael Bosch, una asignatura troncal?
 
 
 No. En la mesa hostil y crisálida del cirujano no encontramos más que vísceras dispersas y un cierto olor a muerto en el cloroformo del ambiente. Alrededor, la luz es blanca y ni arroja sombras. Es aséptica, quizá neutral, no sé si imaginaria. Es la mortaja lingüística y la sutura filológica de un cadáver, el de la inteligencia, que ya no se mueve ni se queja; sólo se muestra o se exhibe, quizá para que no olvidemos sus contornos y perfiles, las perfectas facciones, ahora demacradas, de un rostro que fue joven y hermoso, el de la inteligencia, y así podamos, quién sabe cuándo, volver a reconstruirlo. Pero no será fácil. En absoluto.
 Rafael Bosch lee e interpreta las radiografías que le ofrece José Ignacio Wert según le conviene. Aquí están las asignaturas troncales, ahí las específicas y allá, casi sin asomar de puro famélicas, las de especialización. Todas juntas, y no sé si revueltas, debieran suponer el resumen y la confirmación -o el holograma- de un cuerpo único, su médula, sus articulaciones y hasta el soplo vital de su espíritu; pero el exquisito cadáver -ya lo dije- huele a flores rancias en una mesa de tahúres. Apesta a desidia y confusión, a ensalada de conceptos, a irreal encaje de intereses. Apesta a basura y estiércol, a abono inútil para cualquier tipo de educación y tanto da si en castellano o si en catalán. O inglés. Donde no hay inteligencia sólo hay silencio.
 ¿Sólo silencio? Pues no de todo. La autoridad de la UIB aparece justo en el lugar incierto de la voz del trueno para acabar de corroborar el paisaje de la destrucción con un par de apostillas a la manera de rayos y no precisamente catódicos, sino flamígeros. Los cirujanos -o carniceros de la lengua- de la UIB acusan al Govern de ser enemigos de la diversidad, pero ellos, en cambio, pretender ser todo lo contrario defendiendo el modelo actual de severa inmersión lingüística. Pero mejor lo dejo aquí. ¿No?

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