LA TELARAÑA: Parábola con cloacas

lunes, diciembre 10

Parábola con cloacas


La Telaraña en El Mundo.
 
 No sé si tendrá la ciudad más alpiste en sus aceras y plazas que de costumbre. Lo dudo. Pero llevo meses observando -y cavilando, según descifro la caligrafía de mis apuntes del natural- que las palomas vuelan ahora más bajo que nunca y no sólo eso, sino que ahora, también, parecen mucho más voraces y, así, más sociables y hasta entrañables, mucho más de intervenir, aunque sea a base de violentos picotazos y vuelos rasos o en picado, donde sólo les llaman -o eso quiero creer- las pocas migas que nos sobran o las pocas que hacemos y que, encima, se nos desparraman de por entre las manos hasta el sucio empedrado, camino de la boca semiabierta de las cloacas y los remolinos del agua.
 La identidad de las palomas, pues, me tiene preocupado y algo confuso. Empiezo a pensar si no serán, tal vez, cuervos desteñidos y hasta a temer, aunque de momento sólo en voz muy baja, que sean buitres desubicados y mutantes; seres que se camuflan para sobrevivir como parásitos hasta que algún signo en sus propios cielos les avise, al fin, de que la hora de devorarnos ha llegado.
 En la espera, levanto la vista y presiento el frenético aleteo nacionalista como quien oye acercarse el rumor de una tormenta y no sabe si confiar en el pararrayos o correr e intentar poner a salvo a las pocas palomas que aún no vuelan bajo. O no, al menos, tan bajo.
 
 

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