LA TELARAÑA: noviembre 2012

viernes, noviembre 30

El enfermo imaginario


La Telaraña en El Mundo.
 
  Si la anestesia no es total, es que se trata de alguna insensibilidad voluntaria o selectiva. Y si es total, es que nos hallamos fuera de la realidad, del lado apagado de los sueños que no dejan ni una mísera huella, porque nunca los podremos recordar. Todo un despilfarro.
 Me sitúo, pues, en el lugar inhóspito de un enfermo imaginario -un clásico entre los clásicos- que mira a su alrededor y adentro y sospecha que algo no funciona y no sólo en sí mismo, sino más allá, en el lugar de alguien que puede creer o descreer, y con irrefutables argumentos, en la honradez individual de la gente y hasta en la suya propia, pese a que una sucesión de nubes tóxicas le convenzan, en fin, de que algo huele a podrido en Dinamarca.
 Es ahora cuando frunzo el ceño, porque detesto las frases hechas y nunca viajé a ese país y me duele Mallorca igual que Valencia o Cataluña (y mil sitios más) y la ubicua corrupción se me aparece como el estado general de un sistema que no funciona, porque está mal diseñado y hay demasiadas vías alternativas para que el dinero público se convierta en otra cosa y todo lleve adjunta su comisión, su tanto por ciento, su agujero negro más allá de hasta donde la fiebre sube y no baja y, aun así, sé que no deliro.

Etiquetas:

jueves, noviembre 29

Éxodo y reclusión

La Telaraña en El Mundo.
 
 Empieza a ser un exceso bíblico de lo más insólito tener que toparse, a cada paso de cada procesión informativa, a Moisés y a Mas, juntos y revueltos. Entre otras cosas, porque no hay color. Moisés tenía una misión que cumplir (y además, la cumplió bastante bien) y Mas, simplemente, debió ser víctima de alguna pavorosa insolación cuando le sepultó el esplendor subjetivo de la Diada del 11 de Septiembre y, desde entonces hasta ahora, todavía le mantiene en vilo ese abrumador sarpullido que no deja dormir, pensar ni hacer.
 Parece obvio, pues, que cuando a uno se le cae la piel a tiras bien puede, por ejemplo, echarse a temblar o, en fin, creerse la reencarnación de alguna bandera. Ya saben cuál. Un buen bálsamo de humildad o un vertiginoso retiro, a la espera de la sombra de los claustros judiciales, podría curarle, pero en su caso es difícil. O imposible.
 Otro tema, no menos bíblico, es la insólita claudicación -un sí, pero no y viceversa- de Bauzá ante su pléyade de imputados y ese incierto 100% de Código Ético al que las costuras le gruñen y los sietes le asaltan. Aquí parece que la ética no sobrevivirá a la física ni a las matemáticas. Y eso, se mire como se mire, es siempre un mal augurio. Algo falla. Quizá la química.

Etiquetas:

lunes, noviembre 26

Recursos y chirridos


La Telaraña en El Mundo.
 
 Ser socialista ya no es lo que era. Nada es lo que era, eso es cierto, y mucho que nos alegramos en la mayoría de los casos, pero no sé si en este. Nadie en el PSIB piensa ya en la lucha de clases -qué lucha, qué clases- ni en la solidaridad universal y, sobre todo, obrera. Ya nadie, en ese partido, se ocupa de otra cosa que no sea lograr, con los socios que hagan falta y se presten, las máximas cuotas de poder posibles.
 Nada distingue, pues, a esa vieja cofradía, que fue de las más respetadas y respetables, de cualquier otra que pueda existir hoy en día, ya sea a su derecha o a su izquierda -esos dos inciertos lugares- porque todos los partidos -con la única excepción de UPyD, de momento- parecen obstinados en darse de bruces contra la siempre terca, áspera y desangelada realidad.
 Pero me ceñiré a los hechos. El Tribunal Constitucional, otro que chirría, ha admitido a trámite el recurso de inconstitucionalidad del PSIB-PSOE contra la Ley de la Función Pública del Govern de Bauzá. No se trata, sin embargo, de mejorar las condiciones laborales, la eficacia o rentabilidad social del funcionariado, sino de protestar contra los presuntos agravios de dicha ley a una de nuestras lenguas cooficiales. El catalán, por supuesto. Esta gente ha cambiado «La Internacional» por «Els Segadors» y no dan ni para afinar «La Balanguera».

Etiquetas:

sábado, noviembre 24

Con batas y a lo loco

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Está de acuerdo con que el Govern mantenga abiertos el Hospital Joan March y el General?
 
 Sí. Ya en otra ocasión, aunque bajo los auspicios de mi exigente hipocondría, defendí la necesidad de que Palma contara con cuantos más hospitales mejor. Uno en cada esquina, si pudiera ser, para equilibrar su número, por ejemplo, con el de los infinitos bares, garitos y pubs donde aprendimos que la vida era ir sorbiendo palabras y deseos -revueltos, pero no agitados, por favor- a un ritmo que sabíamos tan insalubre como palpitante. ¿No es eso, también, lo que sentimos en los estancos repletos de un humo antiguo que ya no huele, mientras perseguimos, sin éxito, la compañía de las seductoras mujeres que ya no fuman? ¿O en las bibliotecas, con las gafas empañadas por la emoción o el hastío, las hojas de papel cerúleo, las miradas furtivas y los silencios cómplices?
 Pues todo eso es, más o menos, la vida. O lo que de ella perdimos, porque la realidad es siempre lo que acontece y no otra cosa; y es cierto que, día a día, nos vamos desprendiendo, como si el otoño hubiera desembarcado sobre nosotros, de muchas de aquellas fantasías que nos hicieron más felices y menos plúmbeos, más reales y también absurdos, más humanos, en fin, pese a que ya intuíamos que no nos iba a ser posible escapar del corrosivo gris contable de la mediocridad, la inercia y los recortes. Quizá vivir exija saber mutilarse a tiempo. Cómo duele.
 Pero esa misma contabilidad, en la que fracasamos, nos devuelve ahora dos hospitales -el Joan March y el General- que ya creíamos perdidos. No sé si es un milagro o la prueba de que, dando bandazos, puede acaecer cualquier cosa. Miren. Nada sé de balances, pero puesto a dar ideas, no sería muy descabellado convertir las ruinas paralizadas del Palacio de Congresos en otro sarpullido de médicos, enfermeras, quirófanos y salas de espera atestadas de militantes, sindicalistas y filólogos (de la OCB, el STEI o la UIB, por ejemplo) airados. Y no, no es broma, sino pragmatismo.

Etiquetas:

viernes, noviembre 23

Una cuestión de fe


La Telaraña en El Mundo.
 
 Me aconsejan, en privado, que investigue lo que sucedió en Barcelona, a 35 metros de profundidad, cuando las excavadoras, durante el proceso de tunelación de la línea 9 del Metro, se toparon con los cimientos de un rascacielos a la altura de las calles Valencia o Mallorca. Ahí mi informador me deja abiertos unos interrogantes y yo, que de sabueso tengo poco, dejo vagar mi imaginación, mucho más allá de Google o cualquier otro buscador, porque entre Mallorca, Valencia y Barcelona podría resumir buena parte de mi vida; y en cualquier resumen uno se echa tanto en falta como se encuentra, se sabe prisionero y fugitivo. Una sombra de lo que es y una proyección de lo que fue. O viceversa.
 No es fácil, pues, bucear en el pasado sin asfixiarse. Pero tampoco lo es ceñirse al presente, cuando la aprensión o la indiferencia nos obligan a dudar de todo y todos.
 Hay capas superpuestas de barro, túneles de usura y corrupción, bolsas mefíticas y un sinfín de agujeros negros bajo el suelo, en apariencia firme y sólido, que asendereamos. Lo malo es que, a cada paso, levantamos una polvareda y adivinar el sentido último del horizonte es como perseguir la luz a través de la bruma. Un empeño ético. Una travesía a ciegas. O una cuestión de fe.

 

Etiquetas:

jueves, noviembre 22

El arte de podar


La Telaraña en El Mundo.
 
 Imaginen el pánico de un pequeño bonsái -su pulsión de soledad o muerte- cuando los jardineros le acosan, ebrios, con unas tijeras de podar oxidadas y no con el adecuado material quirúrgico. Imaginen qué futuro le aguarda si, en vez de acicalarle las hojas, el hierro retorcido de los recortes se demora en su médula, en su tronco, en el temblor de sus raíces. Quiero decir que hay que cuidar la realidad y hasta mimarla, para que pueda tomar aliento y regenerarse. Crecer. Toda una labor higiénica y artística.
 Pero el arte no acaba de cuajar más allá de su fracaso; y el bonsái de la realidad se convierte en víctima de los políticos y financieros, de las hordas de energúmenos que lo ignoran todo sobre la vida, salvo llenar la bolsa y el bolsín. ¡Ah, la cartera!
 Me olvido del espectáculo y me alojo en sus sombras. Lee Bauzá sus folios, en el Debate de la Comunidad, y los portavoces parlamentarios los resumen en el blanco de los suyos y en el negro de la oposición. Quizá debieran los políticos intentar ubicarse del lado del pensamiento y no del fanatismo. O, al menos, demostrarnos que tienen alguna idea propia. Eso sí lo hizo Bauzá al defender su código ético, mientras Rotger le guardaba las espaldas, desde el estrado. Qué valor.

Etiquetas:

lunes, noviembre 19

La verdad y los insultos

La Telaraña en El Mundo.
 
  A veces me da que vivo en un mundo muy absurdo en el que las palabras ya no significan lo que dicen por sí mismas, sino lo que quiere que signifiquen, como si se tratara de un antojo, quien las dice. No está mal empezar estas líneas con un trabalenguas, porque así es fácil demostrar que con ciertas premisas -y más aún, con estas- resulta del todo imposible entenderse.
 Pasa, pues, que Lorenzo Bravo, una de las reliquias más notables de nuestro sindicalismo, llamó «fascista» a José Ramón Bauzá -voz en grito y no sé si puño en alto- y se quedó tan ancho. El jueves, en el juicio de rigor, que dada la talla moral de la ofensa sobraba, el abogado de Bravo le dio una vuelta de tuerca a todas las teorías lingüísticas y tildó de «crítica sana» usar ese apelativo, porque aconteció, dijo, en el marco «de un conflicto social». No creo que un insulto pueda servir para solucionar conflictos, pero es cosa del juez y no mía, evaluar hasta donde nos está permitido violar la dialéctica, y hasta hacerla añicos, si procede.
 Con todo, me da que no hay comportamiento más fascista que el que se escuda en los insultos y busca en su relumbrón una verdad que suele ser siempre esquiva y ambigua y no de alguien en particular sino, más bien, de todos o nadie; y a ráfagas. Pero dudo mucho que la verdad tenga nada que ver con este peregrino asunto.

Etiquetas:

sábado, noviembre 17

La fe de los paganos

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que el Gobierno de Rajoy debería mantener el Palacio de Marivent?
 
 No. Podemos pensar que la contabilidad, esa ciencia compleja pero familiar y entrañable, es sólo un tema de bienes tangibles que se acumulan a un lado, normalmente siniestro, de la balanza esperando que otra serie de bienes de signo contrario anulen los desequilibrios y conviertan el saldo en la exacta representación de la vertical perfecta de las doce del mediodía o de la medianoche, la aguja erecta del fiel alzada contra el plano incierto del cielo y el haz simbólico -invisible- de las constelaciones. Paz aquí y gloria donde proceda. Y que no decaiga.
 Pero no es así. Hay otra serie intangible de factores que hay que tener muy en cuenta, porque encierran -sin que sepamos cómo- una especie de valor añadido, una aureola mística y religiosa, que va más allá de los números, el peso y las medidas, algo que añade o resta gravedad a las operaciones matemáticas y a la lógica misma con que nos desenvolvemos. Con escaso éxito, es cierto, pero qué es la vida, sino una prueba de fe constante en busca de ese acierto último que nunca llega, porque nos enredan las curiosidades de un magnífico error tras otro; una búsqueda perpetua del equilibrio perdido o, en su defecto, de la suficiente madurez como para saber que pase lo que pase, no pasa nada. Todo sigue su curso y cada cual ocupa el lugar que puede o el que le dejan; el que, en ocasiones, hasta nos acaba gustando, pese a que una voz interior nos murmure que no, que no era eso, que era otra cosa. Pero ¿cuál? Ah, lo ignoramos.
 Por ello nos da exactamente lo mismo quién pague los gastos de mantenimiento del Palacio de Marivent. Es sólo una intuición, pero qué nos importa si los paga Rajoy, Bauzá o la Familia Real de su propio arcón, si el dinero, a fin de cuentas, siempre proviene de nuestros bolsillos y somos nosotros -todos, con nuestros impuestos y sudores- los que mantenemos en pie esta ficción real en la que vivimos igual que moriremos.

 

Etiquetas:

viernes, noviembre 16

Parados y caminantes

La Telaraña en El Mundo.

 
 Nunca he sido del todo fiel a la ficción o a la historia de ningún personaje literario o real. Tampoco a ninguna serie televisiva o saga cinematográfica. Me he limitado, en general, a leer o a ver, según corresponda, capítulos sueltos de casi todo hasta llegar donde, por lo que fuere, dejaron de interesarme. Todos los caminos, por muy paralelos que parezcan o sean, siempre acaban, de hecho, divergiendo en alguna encrucijada; y, como bien saben los geómetras, habría que llegar hasta el infinito para el reencuentro. Demasiada espera me parece esa.

 Pero hay una serie, «The Walking Dead», que amenaza con convertirse en la excepción que confirma la regla. Acaba de empezar su tercera temporada y, aunque a salto de mata, ya he visionado sus primeros cinco capítulos.

 La situación no ha variado mucho respecto a lo que ya había. La humanidad sigue en crisis y el guión va y viene de los caminantes, que han avivado su paso renqueante y sus ansias de sangre, a los supervivientes y su drama íntimo. Lo malo es que luego salgo a la calle, ausculto el panorama, y ya no sé quiénes son los ávidos zombis y quiénes los encargados de crear un nuevo mundo sin más arma que su civilización y su cultura en estado de ruina total. Es todo un dilema.

Etiquetas:

jueves, noviembre 15

El día después


La Telaraña en El Mundo.
 
 Escribo estas líneas en plena huelga general para que las lean hoy, el día después, cuando ya se conozca el habitual baile de cifras, el fervor mayúsculo de los piquetes, los niveles palpitantes de la crispación y el desánimo en las calles y toda esa suerte contable de incidencias que convierten cada huelga en lo que es, una celebración de no se sabe muy bien qué, porque lo único seguro es que no hay nada que celebrar, por desgracia.
 Queda claro, pues, que ayer estuve trabajando y que ni se me ocurrió asomarme a la calle o a la tortura de las tertulias televisivas porque, aunque mi curiosidad es infinita, no me da como para caer en el bucle patológico de tomarme en serio lo que las hordas de Méndez y Toxo -o de Lorenzo Bravo- hagan o dejen de hacer. O no hagan, ni dejen hacer; que eso es, a fin de cuentas, lo que se desprende de su prehistórica y burda dialéctica de trincheras y subvenciones.
 Pero no importa. Ya casi que nada importa cuando hemos de felicitarnos -y es que no hay otra- de que unos niños puedan estudiar en las aulas de nuestra comunidad nueve horas, nueve, en castellano, porque padecen un ligero atraso en lectoescritura. Aceptar, como si fuera un éxito, semejante insulto, es algo que me sobrepasa. De veras.

Etiquetas:

lunes, noviembre 12

Desahucios y suicidios


La Telaraña en El Mundo.
 
 Puede que el cuerpo sea nuestra primera y única casa y que todas las demás sean sólo algo accesorio pero, a la vez, necesario; unas segundas o terceras viviendas donde decidimos tomar asiento y crecer y hasta multiplicarnos cuando nos sentimos, al fin, inmersos en esa inercia que da en seguir adelante cueste lo que cueste. Pasa, no obstante, que a veces ese camino se nos tuerce y seguirlo nos exige lo que ya no tenemos y nos crujen las costuras y hasta el cuerpo se nos desmorona a marchas forzadas.
 No hay forma, entonces, de seguir el frenético ritmo de los intereses bancarios, la frialdad indecible de los números rojos, la pálida madrugada en las riberas alejadas de los sueños y sumergidas en el lodo de una contabilidad para la que no nacimos, pero por la que podemos morir.
 No es otra cosa, el suicidio, que un desahucio del cuerpo y habrá que ver qué opina, luego, el juez supremo -si lo hay- del atormentado aspecto de nuestra alma. O sus jirones. Pero no es hora de dejarnos llevar por la nostalgia teológica. Ni por la melancolía inmobiliaria. Tampoco por el instinto de propiedad, su razón o locura. Lo que urge es una ley que adecúe realidad y deseos, derechos y responsabilidades. Algo que mitigue la sombra letal de los rascacielos de la usura -esas feroces colmenas- contra las plantas bajas en ruinas de la ciudadanía.

Etiquetas:

sábado, noviembre 10

Por amor a la lengua

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que el Govern balear ha hecho bien al abandonar el Institut Ramon Llull por la deriva secesionista de Mas?
 
 Sí. Pero es que igual que hay matrimonios de conveniencia, también hay divorcios, separaciones o alejamientos temporales, diseñados a la exacta medida de los cónyuges, de los amantes, de los felices mortales que pasaban por ahí, entretenidos, y se encontraron un tesoro que cuidar por sobre todas las cosas, una gran ubre de la que mamar eternamente y más aún, que la eternidad acaba siendo poco tiempo, cuando la sed y el hambre llevan siglos de atraso, y uno se sabe, al fin, y albricias, en el interior cálido del útero materno, en el nido donde las águilas dejan sus piedras y celebran su mitología, en el refugio celular y étnico, en la cámara de gas, en el bunker universal -repito, universal- de la lengua. De la muy amada lengua, por cierto. Y por supuesto.
 Poco importa, luego, si ese juego preciso y limitado de vocales y consonantes tiene la mala costumbre de arrojarse por los precipicios de la secesión o del imperialismo. Poco importa todo, y mucho menos, además, cuando no hay dinero para mantener la ficción y el mundo entero se ríe y se asombra de Artur Mas, esa pálida sombra que recorre Europa y también la médula de otros territorios conquistados (creo que primero fue Quebec y luego Puerto Rico y ya no sé muy bien si ahora es Irlanda o Escocia) como un alma en pena, como un espectro desnudo y aterido, pero bajo palio y cuatro barras y con la sonrisa siempre por delante. Con la mirada perdida de los que no ven nada, porque dicen ver más allá. El qué de los iluminados.
 En este punto, es cuando sale Rafael Bosch y dice, desmelenado, que todo fue y es y será siempre «por amor a la lengua». Y que ahora un nuevo ente, el Consorcio del Institut d'Estudis Baleàrics, tomará las riendas de nuestro futuro cultural. Millón y medio de euros. Un soplo. O una nadería. Menos mal que siempre tendremos a la OCB -y a buena parte de la UIB- vigilando que las velas del pastel no se apaguen nunca.

Etiquetas:

viernes, noviembre 9

Viaje de ida y vuelta

La Telaraña en El Mundo.
 
 Voy de la realidad a los recuerdos -o a los sueños- como quien cruza el interior de la tierra para trabajar en las minas de la civilización y dormir en la miseria del extrarradio o las colonias. Sí, estuve viendo la nueva versión de «Desafío Total», pero sólo hasta que el «déjà vu» se me convirtió en un argumento más del film y eché en falta, quizá, a Sharon Stone o al viejo Arnold.
 Pero la película es lo de menos. Ya había soñado ese viaje. Con Philip K. Dick, claro, pero también a solas, que es otra forma de ver el mundo y palpar su estructura de cera y colmena. Esa brisa que alienta, por igual, los sueños que ahora son de poder como antes de rebelión. O viceversa.
 Mientras tanto, Serveis Ferroviaris de Mallorca cumplió la primera de sus huelgas. Fantástico. Que nadie viaje. Que se pudran las vías muertas que podrían llevarnos a Marte o al otro mundo. Asimismo, el Govern ha abandonado el Institut Ramon Llull. Genial, porque ahora el Institut d'Estudis Baleàrics podrá hacer lo que nunca hizo y, además, el IRL no se olvidará de nuestros artistas en catalán. Faltaría más. Desearía ser un mimo. Un gesto mudo sobre el telón vencido de una sala cerrada. Dicen que ahí afuera está el mundo. O sus recuerdos. O sus deseos. O ni eso.
 

Etiquetas:

jueves, noviembre 8

La realidad alterada

La Telaraña en El Mundo.
 
 
 Me temo que no es fácil ser ecuánime cuando cada seis horas he de tomar un antibiótico y un calmante, cada ocho horas otro antibiótico y, entre medias, un par de pastillas más que ya ni sé para qué son. Tampoco ayuda no poder aguantar sentado mucho más de lo que tarde en escribir estas líneas, ni reconocer que no será hasta dentro de unos días que podré afirmar, si es que es así, que se vive mucho mejor con el esplendor de las hemorroides en un aséptico frasquito que en su viejo y recurrente lugar de costumbre.
 Me palpo, pues, con la misma incredulidad que me pienso. Pero me alivia saber que esta realidad alterada, en la que vivo, tampoco casa muy bien con la actualidad que me rodea. Así, por ejemplo, si Joaquín Sabina les coloca su letra del himno de España a Ciutadans, a mí me da por pensar justo lo contrario, que lo mejor de la Marcha Real es su ausencia de rimas, estribillos y ripios.
 Luego están, claro, los temblores que se comparten aunque no se tenga, en absoluto, la intención de hacerlo. El paro ha crecido este mes en Baleares un 12,2%. Cada vez somos más, me digo, sin atreverme a asegurar que uno se pueda afiliar a una carencia y hasta militar en ella. Me da que no. Pero igual en un rato habré cambiado de opinión.
 

Etiquetas:

lunes, noviembre 5

Las redes sociales


La Telaraña en El Mundo.
 
 No sé si sirve de mucho, poco o nada, desmitificar la sucesión o avalancha de tópicos que nos rodean como una malla invisible. De repente, el locutor cambia de tono y lanza la gran pregunta: ¿Y qué opinan las redes sociales? De inmediato, se nos relata cómo un número indefinido de seudónimos piensan blanco, negro, o todo lo contrario. Hay un suspiro general, entonces, porque el oráculo ha hablado y el mundo se adormece y los problemas ya pueden esperar y hay que dar paso a la publicidad, que son sólo tres minutos.
 Así sucede, una vez y otra y siempre. Y la autoridad estadística de las redes sociales se me antoja el fraude de un gran agujero negro, que empieza a pesarme como una losa, porque no hay una red única, sino millones; y no me interesan las opiniones anónimas y al peso, sino tan sólo unas pocas y muy escogidas, por algún motivo que tampoco sabría explicar. Ni falta que hace, me temo.
 Pero la realidad es eso y otras muchas cosas. Algunas tan inverosímiles como la creación de un nuevo partido en Baleares: «Proposta per les Illes», se llama. O  «El Pi», para los amigos. Ahí están los herederos de Munar, con Josep Melià a la cabeza, y la penúltima refundación del nacionalismo, con Jaume Font. Y uno se pregunta a dónde va esta gente y a quién quiere convocar y piensa: No, ni idea. A ver qué dicen las redes sociales.

Etiquetas:

sábado, noviembre 3

La tormenta ubicua

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que Bauzá debería cumplir el código ético que obliga a dimitir a los imputados con cargo público del PP?
 
 Sí. Descendió Moisés de las alturas del Sinaí y, al encontrarse a su pueblo adorando a un becerro de oro, rompió las Tablas de la Ley en pedazos. O algo así nos dice la Biblia. Pero esta fractura simbólica, este acto de ira y, también, de frustración, tan sólo nos sirve para confirmarnos que sus diez breves mandamientos -aunque escritos en el artificio, desde entonces astillado, de la piedra- ya formaban parte del corazón o del espíritu del hombre: ese quebranto que sucede cada vez que nos miramos a nosotros mismos y sólo encontramos, si es que encontramos algo, una pálida y desmejorada parodia de lo que somos o una invencible nostalgia de lo que debiéramos ser. Y es cierto, sí. Ambas visiones son igual de inacabadas y de inconsistentes. Tal vez igual de terribles.
 Está, pues, José Ramón Bauzá, en la difícil encrucijada de tener que representar el siempre complicado papel de Moisés; y está el famoso Código Ético -esa metafórica declaración de buenas intenciones- en el de unas tablas hechas añicos, que ya sólo son, en la actualidad, las de una decencia y una honestidad que no parecen ser, precisamente, las cualidades que más y mejor adornan a la clase política en general. Y en particular.
 Con todo, y vista la catarata de imputaciones con que Jaume Matas dejó sembrado, a modo de peligroso abono de minas medio enterradas, el camino del Partido Popular en las Islas, no parece haber otra que ser estrictos y atenerse al pie de una letra que, aunque nos chirríe bastante, es la que hay. No se puede mantener en su cargo, por ejemplo, al alcalde de Inca, Rafael Torres, porque más allá de su inocencia o culpabilidad, urge librarse de cuajo de las negras nubes de la sospecha. Y si luego ha de llover, que llueva. Y si ha de tronar, que truene. Nada ni nadie, en cualquier caso, nos va a librar de la tormenta persistente y ubicua en que se ha convertido la política. Y también la realidad.

Etiquetas:

viernes, noviembre 2

Dos pájaros de un tiro

La Telaraña en El Mundo.
 
 
 Si hay algo peor que un discurso erróneo, es uno errático. Porque si hablamos de artistas -y tanto Miquel Barceló como María del Mar Bonet ofician de tales- es esencial entender que lo que no está en la propia obra -un cuadro, una canción o lo que sea- no está en parte alguna. No somos nada más allá de lo que hacemos -o de lo que signifique y diga nuestra obra por sí misma- y es imperdonable aprovechar el púlpito, que se nos concede, para elucubrar sobre temas que, de hecho, desconocemos.
 Así suele ser y no pasa nada. Un pintor o una cantante no tienen por qué ser gente ilustrada, aunque rellenes de fango toda una capilla de la Seo o te nombren Doctor Honoris Causa por la siempre tendenciosa UIB. «Vanitas vanitatum et omnia vanitas». O así.
 Dejaré de lado a Bonet, porque su premio lo es a cierto tipo de militancia, para darle sólo vuelta y media, y rápida, a Barceló. Su arenga de independentista radical tropieza con la piedra del que no sabe manejar la ironía. Todos queremos ser independientes (y algunos hasta lo somos), pero al pasar del plano individual al social no hacemos otra que parodiarnos y convertir el mundo en algo abstracto. Algo que luce muy bien en un lienzo, pero muy mal en el mezquino telón del día a día.
 

 

 

Etiquetas:

jueves, noviembre 1

Sexo y rocanrol

La Telaraña en El Mundo.
 
 Basta hojear la prensa para colegir que la sombra tóxica de la trama Gürtel ha desembarcado en Mallorca como uno de aquellos enormes portaviones norteamericanos que, en otro tiempo, convertían el centro de la ciudad en un corrillo de bares de putas y humo de contrabando: el éxtasis lingüístico -y metalingüístico- en las barras de alterne, en el rápido trasiego de sudor por dinero, en el zoco donde los dólares de la soledad buscaban alivio urgente y lo hallaban. O eso creo. Mucho ruido, sí, pero también muchas nueces. Demasiadas.
 De aquellos días sólo recuerdo algunas imágenes sueltas. El fajo de billetes expuestos, por anticipado, sobre la mesa y el vaso siempre lleno, hasta que se acabara el crédito o explotara el mundo. Las broncas infinitas. Los cristales rotos en las calles estrechas y el reguero del agua bajando enrojecida de sangre fresca. Todo un cuadro costumbrista que define una época. O que la apostilla.
 El aquí y ahora, sin embargo, es otro. Muy otro. No hay broncas, sino siseos o susurros. No hay pasión ni rock n' roll, sino guantes blancos y largos pleitos; pero el dinero viaja en alforjas clandestinas donde, al parecer, cabe de todo. Me da que añoro el regreso de aquellos ruidosos marines. Eran más humanos.

 

Etiquetas: