LA TELARAÑA: La doble condena

sábado, octubre 6

La doble condena

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Está de acuerdo que se elimine el 50% del sueldo a los funcionarios que no van al trabajo alegando depresión?
 
 No. Si se quiere rebajar el sueldo a los funcionarios que cursen baja por enfermedad habría que ser mucho más estrictos y lógicos, porque ninguna enfermedad es, por definición, despreciable. Ninguna es un puro capricho. Ninguna es risible. Y poco importa su nombre y su gravedad estadística si es cierta y demostrable y si un médico la certifica, si paraliza a su víctima y la deja postrada en la cama o convertida en un llanto, dejación o apatía inexplicables, en un pañuelo repleto de mucosidades, en un clamor de tos y convulsiones. Si no se puede ir a trabajar, no se puede y punto. Pero igual con la depresión, la gripe o los resfriados que con una operación a corazón abierto y, tal vez, tullido para siempre.
 No es de recibo, pues, que a la condena de una enfermedad cualquiera se le sume otra condena de doble filo, porque aquí de lo que se recela es de la honestidad del funcionario cuando se proclama triste, compungido y sin ganas de nada; asqueado de sus infinitas horas muertas entre papeles inútiles y ventanas tapiadas, el vaivén inmóvil de un trabajo que apenas tiene nada que ver con la realidad y que, cuando sí lo tiene, tropieza una y mil veces con la misma piedra, la pésima organización, la falta de recursos, el lento viaje hacia ninguna parte. El no hacer nada, porque no se tiene otra cosa que hacer que fichar al entrar y salir de la oficina y, entre ambos actos mecánicos, el tedio, el abatimiento, la íntima certeza de que lo que se hace se lo lleva el viento. La misma brisa infame que a unos le trae el regalo envenenado de la tristeza y, a otros, la rémora agrietada de una gripe.
 Esos días de baja y exilio, son días que se caen del calendario laboral pero no de la vida. Faltaría más. Podríamos discutir si se deben pagar al cien por cien del sueldo o a menos, pero sin hacer estúpidas distinciones de grado. Más burocracia a la burocracia, no. Que ya sobra y el vaso desborda.

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