LA TELARAÑA: La ciudad y sus galerías

lunes, octubre 22

La ciudad y sus galerías

La Telaraña en El Mundo.
 
 
 La ciudad no parece estarse nunca quieta, aunque no podría asegurar que se mueva demasiado. No sé si tiene intención de hacerlo. Quizá prefiera esperar a que nosotros nos movamos para adecuarse luego, suavemente, a nuestros pequeños o grandes desplazamientos, a nuestra feroz diáspora de algunos días o al renqueante apartarnos sólo lo justo para que otros sí se muevan. En esa danza estamos, como una masa compacta de algo que no sabemos cuán vivo está, pero sí que se estremece. Y no poco.
 Pero el paisaje cambia según nuestro nivel de percepción. O nuestra altura de miras. Palma, por ejemplo, puede parecernos un enorme lienzo de ventanas donde anidan espacios de luz y sombra, perfiles anónimos que se mueven tras las cortinas brumosas de sus viviendas y de nuestros ojos. Me gusta atisbar esas celosías donde sé que la vida celebra igual su rutina que su felicidad o su ruina.
 Pep Pinya, días atrás, decía comprender que no existieran, con la crisis, compradores de arte, pero se extrañaba de que nadie visitase las galerías de Palma. Luego habló de Bilbao, París o Londres; es decir, del Guggenheim, el Louvre o el Tate Modern. Me quedé con ganas de que dijera algo sobre Es Baluard, pero no lo hizo. O sí, porque es en lo primero que pensé tras leer sus palabras sobre el turismo cultural al que, como sabemos, Palma aspira. O expira.

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