LA TELARAÑA: De Santa Margalida a Ses Tanques

jueves, septiembre 6

De Santa Margalida a Ses Tanques

La Telaraña en El Mundo.
 
 
 No sé muy bien qué pintan las autoridades civiles -incluido el bulto sospechoso del cabecilla de la OCB, Jaume Mateu- en plena fiesta de origen religioso, por mucho que la inercia social la reduzca a un mero trasunto de correcalles y algarabía folclórica. Se deja, así, a la pobre Beata -acaso la rencarnación de Sor Caterina Tomàs- como para vestir, en vez de santos, los lazos de la litúrgica señera catalana, ese modelo tan fashion de la alta costura reconvertida, a base de subvenciones, en un prêt-à-porter que ni Yves Saint Laurent o Antonio Miró.
 Vamos y venimos, pues, de un acto religioso a otro, porque nada hay más sacro, al menos en su delirio, que la levitación de la lengua propia (ese bostezo o arcada ante el espejo) hacia los altares mefíticos de lo infumable, la etérea simbología del alma o del espíritu, el pueblo, la patria, la nación, la nada.
 Pero todo es puro maquillaje y teatro y pretexto para la bronca y el órdago en la calle y los papeles. En eso se ha convertido el nacionalismo, en la última revisión de una España que ya no creíamos que existiera, la de la lengua impuesta y las señeras al sol que más calienta. O sea, Jordi Pujol, Melià y Font reunidos a manteles con Pedro Serra. Todos a una.

 

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