LA TELARAÑA: Chamanes con bata blanca

sábado, septiembre 1

Chamanes con bata blanca

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Está a favor de la objeción de conciencia de los médicos para atender a los inmigrantes irregulares o sin papeles?
 
 Sí. Pero lo primero es echarle un vistazo al calendario y darse cuenta -y maldecir o celebrar, según los gustos de cada uno- que hoy empieza septiembre y hay que asumir que se acabaron los periodos de gracia y que, en fin, el aumento del IVA, la presión extra de los nuevos recortes y toda la parafernalia de eso que llaman la vuelta a la normalidad laboral y de los mercados y demás bolsas especulativas, van a irrumpir de lleno en nuestras vidas. Aquí estamos, pues, con la mejilla expuesta al aire y a la bronca, al bofetón y hasta al beso. Pero no sé si nos caerán todas esas brevas o sólo algunas.
 Para empezar, hoy se les acaba a los sin papeles -curiosa forma esta de hacer distingos entre las personas- el derecho a ser atendidos gratuitamente por los médicos y servicios de la Sanidad Pública. Saquemos el bisturí y diseccionemos el cadáver. No hay forma válida, ni tampoco justa, de mezclar los asuntos burocráticos, que son la esencia misma del confuso devenir administrativo, con la ética propia de los médicos y de su personal sanitario, con su juramento hipocrático y su personal visión de ejercer una profesión que tiene tanto de sacerdocio como de servicio público. El viejo chamán de la tribu ya no viste túnicas de colores ni prepara brebajes sulfúricos al ritmo de los timbales; ahora viste bata blanca y ausculta igual el cuerpo tembloroso del paciente que su historial médico. Nada ni nadie puede prohibirle que siga ejerciendo su misión, su voluntad y, acaso, su destino.
 El único problema, claro, es que quien pone el templo ya no es el respeto sagrado y unánime de la gente -de la tribu, en definitiva-, sino la Administración, sus presupuestos, sueldos, dietas, sus listas de espera y su más que regulada anarquía. ¿Quién paga, manda? Pues puede ser. Pero habrá muy pocos médicos capaces de abandonar a sus pacientes más indocumentados, por mucho que las ordenanzas lo digan. Ya lo verán.
 

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