LA TELARAÑA: La caída y el rescate

jueves, agosto 30

La caída y el rescate

La Telaraña en El Mundo.
 
 
  No parece posible que el magnífico mirador sobre la bahía de Es Baluard estuviera el pasado domingo -y quizá no sólo ese día, sino todos los que no tengo la peregrina idea de visitarlo- absolutamente a oscuras a esa hora en que cae la noche y las formas se volatizan y el reloj casi marca las diez y el Bou de Calatrava se recorta, etéreo, sobre las terrazas incorpóreas de ese museo, también invisible.
 Pero así estaba el patio, ya digo, y no hay nada peor que advertirle a mi compañera del peligro de unos escalones que ni podían adivinarse para, en ese mismo instante, dar con todos mis huesos sobre el marés agrietado y áspero, hostil.
 Ya pueden imaginarme, pues, sentado en el suelo y con las piernas recogidas, comprobando que toda mi ortopedia personal seguía en su sitio y que, aparte del susto, el golpe y una herida en la rodilla, todo estaba en orden. Todo, salvo mi orgullo, claro. Fue entonces cuando se acercaron unas jóvenes alemanas interesándose por mi estado. Menos mal que mi compañera, que me conoce a la perfección, las ahuyentó con un par de frases rápidas que no entendí. Me sentí viejo y sin ganas de que me rescataran. Pero aun y así, me levanté y nos fuimos a casa con una sonrisa de complicidad en el rostro.

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