LA TELARAÑA: El día de la marmota

jueves, mayo 3

El día de la marmota


La Telaraña en El Mundo.

Estuve ahí, lo sé, aunque ya hayan pasado treinta años y no recuerde qué -o qué no- pretendíamos salvar. Me refiero a Es Trenc -uno más entre tantos otros espejismos ideológicos, claro- y a que el tiempo repite y la misma furia y los mismos anhelos pasan de una generación a la siguiente y siempre hay algo -o lo mismo- que salvar una vez y otra.
Repaso las imágenes antiguas y las actuales, la serpenteante línea de la costa, el murmullo gráfico del gentío, el fulgor de las pancartas y me siento cerca, pero ya muy lejos, y me digo que treinta años no son nada, pero no es así; lo son todo, cuando ya no crees ni en lo que ves y sientes el hastío de ir repitiendo el hermoso gesto de los vencidos, aunque lo repitas, cómo no, y yerres, porque no tienes nada que perder o te sabes tan perdido que lo darías todo -cualquier cosa- por encontrarte.
Luego pasa que un buen día, al fin, te encuentras y sonríes. No era para tanto, vaya. No era tan difícil. ¿Ah, pero era esto? Y te das por satisfecho y asumes cómo es la condición humana. Que fue bonito soñarla de otra manera, pero que ya es hora de ser quien eres. Y no un títere. Que una cosa es la ingenuidad, con su poso, tan bello, de ternura y otra, la estupidez de los que, a cierta edad, no hacen sino vivir en el día eterno de la marmota. Por saber qué futuro les aguarda. O por ignorar que el futuro no espera. A nadie.

Etiquetas: