LA TELARAÑA: A dieta de dietas

sábado, mayo 26

A dieta de dietas


La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que los diputados sin dedicación exclusiva deben cobrar del Parlament?

No. Pero la pregunta es de las que tienen muchas respuestas y requieren cuantos más matices, mejor. Lo primero es asumir que no todos los políticos son iguales. En absoluto. Para nada. Y asumir, además, que no lo son en función de su ideología, por supuesto, sino muy a pesar de ella. Así, sin duda, los hay que están ahí para servir en la medida exacta de sus posibilidades -normalmente, escasas- al desarrollo de las leyes y de las ideas y los hay que sólo hacen acto de presencia para sumar su voto al de la manada que les cobija y da sustento económico. Es lo que tienen las listas cerradas, que favorecen al diputado gregario y mansurrón, y descuartizan, metafóricamente o no, al que tiene ideas propias y es crítico para con todo, todos y consigo mismo. Y sin esa crítica feroz e íntima, un diputado no es un diputado, sino un bulto sospechoso, un florero de mal gusto, un simple clic en el tablón luminoso de las siempre litúrgicas votaciones.
Ahora bien, mezclar el trabajo público y el trabajo privado, así como sus correspondientes retribuciones, sí que nos sitúa ante la necesidad ineludible de optar por una vía o por la otra. No es de recibo que los diputados sin dedicación exclusiva cobren dietas por asistir a ese trabajo del que, al parecer, no dependen económicamente. De hecho, lo que resulta incomprensible es que la Ley de Incompatibilidades no prohíba que un diputado lo sea a horas muertas o perdidas y no a jornada completa y en cuerpo y alma. ¡Cómo si no hubiera trabajo por hacer! Pero, quizá, es que no lo hay y, entonces, lo único que nos demuestra ese batiburrillo de legisladores a granel es que, de hecho, sobran diputados y que con muchos menos la cosa funcionaría igual de bien o mal. Según se mire o se quiera ver.
Pero vuelvo al principio e intento afinar un poco más. ¿Qué es eso de cobrar dietas además de un más que generoso sueldo mensual? ¿A qué plusvalías corresponden esas dietas y hasta esos sueldos? ¿Qué añaden sus señorías al Producto Interior Bruto, al humor intempestivo de la prima de riesgo, al tullido balance de los mercados, a la especulación en las Bolsas, al déficit, al ahorro, a la productividad, al bienestar general? Con que hubiera un par de diputados por partido político y con que su voto valiera, proporcionalmente, según lo que dictasen las urnas ya tendríamos bastante. ¡Y lo que nos ahorraríamos!

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