LA TELARAÑA: Con la mordaza en la boca

sábado, mayo 12

Con la mordaza en la boca

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que el Govern incumple su promesa al no garantizar la elección de lengua en la enseñanza?

Sí. Vale que los programas electorales haya que cogerlos, siempre, con pinzas y hasta con mascarilla y que, además, sus propuestas, en la inmensa mayoría de los casos, se nos deshagan como si fueran de polvo y de arena, agüilla de lluvia pasada, por entre los dedos de las manos. Vale que su vocación sea una y su realidad, otra muy distinta. O que su espíritu y su letra -tan prolijos y ambiguos, ambos- tiendan a jugar al escondite con la mala saña o con el infortunio de no acabar encontrándose nunca. Como si en un juego interminable. Un tres en raya inocuo. Un brinco, una cabriola, un escorzo malabar sin más red que la caída libre en el vacío o en el reparador olvido, siempre patético y resignado, de los sufridos votantes. Pero no ha de caerles esa breva. No les caerá. O no debería.
El Partido Popular prometió -antes de las elecciones, ay- garantizar la elección de lengua en la enseñanza obligatoria. Yo lo leí en sus papeles cuajados de gaviotas blancas y cielos azules. O viceversa. Lo escuché en sus declaraciones. Y es más, hasta le recuerdo a Bauzá un rapidísimo y fugaz lapsus, casi que un dicho y no dicho, en el que afirmaba que iba a derogar la Ley de Normalización Lingüística, esa falacia y esa patraña -puede que constitucional, sí, pero absurda- que ellos mismos, con ayuda de otros, pusieron en marcha para nunca he sabido muy bien qué. Para nada bueno, por lo visto. Por lo que se ve. Por lo que se verá.
Pero ya se sabe. Entre cojos y mentirosos anda la carrera. O el carrerón. Y sí, se corre mal con las piernas en los sacos. O la mordaza en la boca. Y se corre aún peor si lo que iba a ser una maratón se convierte en una patriótica y pastoril romería donde los jueces, del Partido Popular, parecen serlo también de la OCB o del Òmnium Cultural ese -lengua, cultura, país- del que somos los conejillos de indias de no se sabe qué tipo de experimentos. O sí que se sabe. Con todo, lo que iba a ser una cosa, será ya otra. Su parodia. Porque, puestos a recortar -esas tijeras voraces tienen un filo que asombra- también nos han recortado la libertad de elegir con qué lengua, con cuál de entre las nuestras, han de ser educados nuestros hijos. Es una falta de respeto. O la prueba de cierta esquizofrenia -no sé si colectiva- que viene a decirnos que la libertad se acaba en Segundo de Primaria. Nada menos. Hay que joderse.

Etiquetas: