LA TELARAÑA: El enésimo fracaso

viernes, marzo 16

El enésimo fracaso

La Telaraña en El Mundo.

Ya no viste de Superman ni pega mamporros ni dice leches, creo, a nadie. Salvo, quizá, a sus hijos, que son legión y parecen clones sacados del baúl del tiempo en que la gente llevaba patillas y trajes ceñidos y la familia era algo más que un mismo apellido; era también una suerte de estigma, un frente común en un mar borrascoso. Pero, bueno, las cosas no han cambiado mucho.
Ruiz-Mateos, ahora, se pasea de juzgado en juzgado, con el rostro hierático y el gesto despectivo del que se sabe, quizá, abrumado por el peso sucesivo del fracaso. Como si una especie de sombra o parodia de lo que fue. O creyó haber sido. Con todo, hace unos años, cuando la publicidad de los pagarés de Nueva Rumasa interrumpía los telediarios, ya me parecía inverosímil que de las ruinas de Boyer -ahora en la UVI- brotara algo nuevo, limpio y, al menos, rentable. Hay que ver cómo se repite la historia y cuánto empeño ponemos en no enterarnos.
Con todo, me da que lo primero que debería hacer Bauzá -si es que, de hecho, puede hacer algo, con tanto recorte y déficit- es ampliar, asear y modernizar, con urgencia, los juzgados de Vía Alemania, aunque sea escamoteándole alguna gargantilla al Palacio de Congresos. No es de recibo aparecer, de continuo, en la mejor franja horaria televisiva y que toda España vea que nuestros juzgados no están a la altura -al menos, estética- de los personajes tan selectos que los visitan.

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