LA TELARAÑA: marzo 2012

sábado, marzo 31

«Easy Rider»

La respuesta al debate de los sábado en El Mundo: ¿Hay que endurecer el código de circulación para evitar el atropello de ciclistas?


No. Pero es que, además, no sé muy bien en qué puede consistir eso de endurecer el código de circulación. ¿En ponerle más señales de tráfico a las rotondas, más carteles luminosos a las encrucijadas, más cascabeles coercitivos a los arcenes, más asfalto y menos grava adulterada a las autovías de Munar? ¿No será, entonces, que hablamos de las posibles aplicaciones del código penal, de aumentar la dureza de las penas por esto u aquello, de ordenar el caótico baremo de las multas por infracciones, de apostar por el incremento exponencial de los controles, los radares de velocidad, las cámaras de vigilancia? Muy pronto, si siguiésemos esta tesis, las carreteras serán como inmensas cárceles rodadas y rodantes, en las que uno sabe -si lo recuerda- cómo se entra, pero de las que cuesta horrores salir. Si se sale.
Tiene la realidad sus peajes, eso es cierto, pero nunca me pareció que cambiarle el traje a rayas o hasta pulirle los grilletes pudiera devolvérnosla más presentable o higiénica, mejor o más justa. La jungla del asfalto nace en nuestras mentes como una huida hacia no se sabe dónde, como un viaje y un tránsito obligados, como un pasatiempo -una azarosa «road movie»- donde nos vamos dejando la piel y la carrocería, las llantas, el aceite y hasta la gasolina de la sangre a poco que nos vengan mal dadas. Y de vez en cuando, en efecto, nos vienen peor que muy mal dadas, pero no es normal ni corriente, a dios gracias, que alguien se coja el coche K, se abreve lo que no está en los escritos y arramble con todos los ciclistas que se encuentre en su particular y deleznable noche de furia. No suele suceder casi nunca pero, para cuando sucede, ya tiene la ley sus cauces habituales para que al infractor se le caigan hasta las pestañas. O eso creo. O eso pienso. O eso deseo.
Lo que falta, si acaso, es civismo vial. Eso, y que los ciclistas tengan su propio carril exclusivo en el entramado general de todos los caminos, para poder recorrer, así, a su aire y con la máxima seguridad, la isla entera y no tener que andar metiéndose por donde los coches brincan, resbalan o vuelan y los camiones aúllan y un temblor de vértigo y una brisa de niebla helada se los puede llevar, sin ni darse cuenta, al otro mundo. Y es mal sitio ese otro mundo, cuando lo que uno pretende es disfrutar de las pocas buenas vistas que le van quedando a este.


Etiquetas:

viernes, marzo 30

La huelga del general

La Telaraña en El Mundo. 

Desde que probé a calzarme un buen par de audífonos, oigo más, en efecto, pero no puedo decir, por desgracia, que oiga nada nuevo, sino, tan sólo, que oigo más de lo mismo. O mucho más. Es una decepción, claro, pero tampoco crean que me afecta demasiado, porque no es nada insólito acostumbrarse a algún que otro desengaño. O quizá a muchos.
Me pasó igual, hace tiempo, cuando me puse lentes progresivas y creí que el mundo se vería mejor, para comprobar, enseguida, que nada cambiaba, que el nuevo mundo era idéntico al viejo, al que tenía que torear con cristales de cerca y de lejos -un engorro- y al que ahora toreo, o me torea, sin más esfuerzo que echar un vistazo. Un vistazo progresivo, eso sí.

Porque de lo que se trata es de ver u oír lo que uno alcance, sin dejarse llevar por la corriente. Miren, escribo estas líneas en plena Huelga General. Soy, pues, un esquirol o un ciudadano cabal, según unos u otros. Pero, de hecho, ambas opciones me resbalan. No conozco a ese general y, pese al clamor rupestre de sus hordas en las calles, me importan él y sus piquetes, lo mismo. Un carajo de nada. O menos, porque me he quitado los audífonos y hasta las gafas progresivas y así, ni el ruido ni las algaradas de mal gusto me distraen de mi trabajo, que no es otro, al menos hoy, que escribir estas líneas, tirando de ficción y de sarcasmo, por ver de alegrarles el día después.

Etiquetas:

jueves, marzo 29

De turistas y caminantes

La Telaraña en El Mundo.

Como el ritmo de las series televisivas no se ajusta a mis horarios he ido avanzando capítulos, en Internet, de «The Walking Dead», hasta llegar al final de la actual temporada. Su última frase tiene que ver con la supervivencia y la democracia. Luego la pantalla se funde en negro; y en esa huelga de luz estamos, hoy, como si esperando que los caminantes regresen a la ficción de las calles con su paso renqueante y su obcecación por hincar el diente a todo lo que se mueva.

La metáfora es demasiado fácil, como para contentarse con ella. Olvidémosla. A un jubilado en huelga de hambre le sucede otro y, así, Can Alcover es ya un hospital de campaña, un lugar de peregrinaje y culto. Allí fueron, entre otros, María del Mar Bonet y Biel Mesquida. No a ayunar, sino a orar por la lengua famélica. La foto del evento salió en los medios. Y basta una ojeada para comprobar lo bien que le iría al gran Mesquida un ayuno a rajatabla. Pero que no se apure ni sonroje. También me convendría a mí, aunque no sé si en Can Alcover me darían cobijo. Lo preguntaré.

La romería del 25M me pilló en casa y, también, en la terraza del Bar Bosch. Era domingo y sólo los comercios chinos se adelantaban a la política de Bauzá e Isern. Puede que sólo ellos entiendan -sin entender nada- que queramos ser la Meca del turismo de fin de semana. Pero tanto da. Siempre podemos enviar a los turistas y caminantes a Can Alcover.

Etiquetas:

lunes, marzo 26

La mortaja de la UIB

La Telaraña en El Mundo.
  
No sé si hay algo peor que andar entrometiéndose en todo, como si la realidad, sin ti, no fuera a ser la misma y sólo tú, con tu presencia, pudieras darle sentido a lo que ocurre o deja de ocurrir. Porque donde no se te espera ni se te necesita, lo más fácil es que, tampoco, se te eche en falta y sí, en cambio, que suceda que sobras -y como un clamor, además- a poco que acudas para imponer tus doctrinas y opiniones, el plomo grisáceo de tu mal aliento, el perfil acuchillado de tu perversa sombra. Tu pésimo fario.
No estoy pensando, con este párrafo, en el apoyo del PSIB a la manifestación, ayer en Palma, de los de siempre contra lo de siempre, contra cualquier apuesta por la libertad de elección de lengua, la convivencia y el diálogo, la libertad sin ira y la educación sin grilletes. Bastante tiene ya el PSIB con su resaca de poder perdido, su brújula sin norte o en manos del patrioterismo más rupestre, como para exigirle, encima, cordura. No. Mejor esperar a que la recobren por sí solos, si pueden y quieren. Si saben. Y si creen que procede.
Lo de la UIB, no obstante, sí que se ajusta, como una mortaja a un cadáver, al delito continuado de usurpación de la realidad civil, con sus jácaras pseudocientíficas sobre la realidad lingüística de las Islas y su enconada militancia geopolítica y sectaria. Es lamentable que Monserrat Casas, en vez de apoyar a la gente válida, que la hay, de sus claustros, se empeñe en cojear, siempre, del lado infame del nacionalismo y la intolerancia.


Etiquetas:

sábado, marzo 24

La caja de Pandora

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree justa la condena de seis años de cárcel al ex presidente Jaume Matas?

Sí. Pero esta sentencia y esta condena -todavía recurribles, ay- son tan sólo el primer peldaño de una escalera de caracol, lóbrega y chirriante, de veintitantos escalones más y una única luz, más que dudosa, muy al fondo, muy allá arriba. ¿Quién sabe dónde? Es, pues, un primer paso, sí, pero es, también, un sonoro aviso -cómo aúllan las sirenas- para navegantes sin más brújula que su cartera o su ombligo: que tome nota, sobre todo, María Antonia Munar y que ponga, cuanto antes, todos sus visones a remojar y que los veamos expuestos y ateridos, desnudos y relucientes, como en un museo de retales con el toro de Calatrava vigilando la bahía; que tome nota el valenciano Francisco Camps, tan ufano y «no culpable» -de momento- en su kayak o canoa de cañas y barro, en su lodazal de soberbia, en su surrealista monólogo en Telva. Que tomen nota, en fin, la legión de políticos -a derecha y a izquierda- que confundieron el dinero de todos con el de sus propios caprichos. O la lengua de todos con la suya propia. O los pactos con la connivencia. O las subvenciones con el fraude de los EREs. Por cierto, tantos buitres… ¡cuántos cadáveres que presagian!
En efecto, el paisaje huele tan mal, que apesta. Seis años y dos días le cayeron a Matas, quizá porque, por lo visto, nunca se supo ni escribir un mísero discurso, una perorata, una prédica o una arenga y, ahora, las palabras que no escribió se le revuelven con su espectacular daga de silencio entre líneas y su tinta reseca, su acritud, su especulación, su espejismo y su vacío.
Miro al cielo y me digo que hay presagios de tormenta y, bueno, casi que me alegro. Quizá convenga que llueva y que, además, llueva torrencialmente, para que se limpie la atmósfera y la torrentera se lleve los escombros hacia donde no haya forma de que renazcan. Es difícil, lo sé muy bien. Lo supongo. O me lo temo. Pero ya está abierta la Caja de Pandora y ya no hay forma de averiguar con qué baremos se miden los tiempos y las culpas, con qué balanza se equilibran los agravios, con qué bisturí se abren, igual que se cierran, las heridas y luego, tras el lógico periodo de convalecencia, el cuerpo social acaba sonriendo aliviado y, quizá, hasta satisfecho. Ya lo dijo Eliot. El tiempo no cura nada. El paciente ya se ha ido. De lo que se trata, ahora, es de si podernos levantarnos antes que nos embalsamen. Qué menos.

Etiquetas:

viernes, marzo 23

El asesino de la moto

La Telaraña en El Mundo.

Primero era un neonazi y, luego, un muyahidín o un salafista. Pero Mohamed Merah es, hoy, tan sólo un cadáver. Todo ha concluido, pues, o casi, porque todo tiende a desaparecer o a ocultarse; al menos hasta que renace y regresa, como en una pesadilla cíclica donde no se sabe si estamos despiertos o dormidos.
Pero es así, con los más diversos epítetos, como logramos calmarnos y echarle, siempre, las culpas a un loco o un fanático cualquiera, a uno más de entre los criminales que van de un lado a otro sin que nadie sepa de ellos, salvo cuando salen en los medios, porque la violencia ha estallado y hay víctimas y el país está de luto y repican campanas y alguien lee discursos en francés y en hebreo o en árabe, y se amontonan las flores y el Estado del Bienestar se estremece y alguien llora y sigue llorando, porque las víctimas son los inocentes de siempre, y hay que defender nuestro modo de vida, porque no hay otro y, si lo hay, es mucho peor, o eso creemos, y en estas estamos. Yendo y viniendo, pisoteando los madrigales y dando de comer a los cerdos.
Cambio de tercio, pero no sé si de tono. La Federació Llull, formada por la OCB, Acció Cultural del País Valencià y Òmnium Cultural, quiere animarnos la tarde dominical con otra manifestación por la lengua. Fíjense en el oxímoron. Las tres organizaciones se autocalifican de culturales. Me da que hoy no he logrado zafarme de los eufemismos. 

Etiquetas:

jueves, marzo 22

Cárceles y purgatorios

La Telaraña en El Mundo.
  
Recorro las líneas finales de la sentencia de Matas -et álii- y me digo que la condena no es el tiempo, sino el espacio. Que el tiempo pasa de todas formas y que son sus coordenadas físicas -las cuatro paredes, quizá, de una celda anónima- las que oprimen o liberan el espíritu, lo redimen o, al revés, lo sepultan para siempre. Con todo, hay un dinero que aún se nos debe. Bien haría, Bauzá, en reclamarlo para paliar recortes y recuperar, además de la transparencia política, lo que nunca debieron defraudarnos.
Está, pues, el tiempo y está el espacio. Y también los juegos malabares. A día de hoy, si los médicos no han deshecho el entuerto, Jaume Bonet, el jubilado en huelga de hambre contra la política lingüística del Govern, habrá perdido más de veinte kilos. Estará, ya, en los huesos de su vida en catalán o en lo que quiera. En el purgatorio de la agonía. O más allá de su conciencia. Y total, para nada.
Porque, así, a bote pronto, sólo se me ocurren un par de espacios que merece la pena tomarse muy en serio: el cuerpo, claro, y la página, siempre por escribir y siempre escribiéndose, de la vida, porque lo demás es sólo el decorado de un paisaje que tanto da cuál es, porque todos los paisajes son el mismo paisaje y uno se sabe tan en su piel -o fuera de ella- en un lugar como en otro. Es lo que tiene el territorio. Que sin nosotros no existe. No tiene lengua, ni la precisa. No es nada.

Etiquetas:

lunes, marzo 19

El tercer hombre

La Telaraña en El Mundo. 

Tiene su peligro mezclar ficción y realidad. Me encuentro, quizá, en la Viena ocupada de 1947, investigando el asesinato de un amigo. Hay una mujer hermosa y un tercer hombre rondando las sombras y las cloacas. Sé que Orson Welles aparecerá pronto, pero también sé que lo que les cuento sólo sucede en la pantalla del mismo Ipad con que escribo estas líneas y estoy en Palma e ignoro si la ciudad está ocupada o liberada. ¿Quién podría asegurarlo en pleno marzo de 2012?
No hay dos lugares, sino uno, pero se me acumulan los temas, mientras me vence la sensación física de su levedad o vacío. Todo parece salir de un viejo libro en descomposición o del fracaso de un laboratorio en las afueras de la cordura. O sea, aquí mismo, donde nada es lo que parece y hago malabarismos para no perder la sonrisa y la compostura. Los buenos modales, vamos.
Días atrás, Mangado le dedicó unos sapos y alguna que otra víbora al edificio de Gesa. No discrepo de su análisis, pero no sé si lo dijo para que nada le haga sombra a su Palacio de Congresos o porque sabe que las cañas se volverán lanzas y que su proyecto acabará siendo el centro de todas las miradas. Y en esa diana, alguna flecha dejará su huella y, también, su herida. Por ahora, lo único que puedo decir de su inacabado atrio -en estos días de cólera y patrullas lingüísticas- es que su perfil me aterra cuando llego, por la autovía, a Palma. O cuando me voy. Debieran haberlo ubicado más atrás. En el lugar de Gesa o, quizá, en Viena. ¿Por qué no?

Etiquetas:

sábado, marzo 17

De grafitis y constelaciones

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que Educación debe exigir a los institutos que retiren las 'senyeras'?

No. Como no me gustan las exigencias ni las imposiciones de parte -de ninguna parte-, me da que, en el peregrino y momificado andamiaje de este caso de grafitis, banderas y banderías, lo mejor y más sensato es dejarles, a solas, con su estúpido juego de roles contrapuestos y abandonar, por completo, la partida. Allá ellos, tan ociosos y subvencionados: la OCB, el STEI-i y demás coro celestial de tahúres con los ases bizqueando en sus bocamangas. Allá ellos, tan lejos de la realidad y dogmáticos, tan simbólicos y sectarios con sus signos, que nada significan, y el grumo espeso de sus cuatro ideas paralelas. O para lelos. Allá ellos, sí, pero no allá ellos y acá nosotros, que esa es la división que quieren lograr como sea, y por la que suspiran, y no, me da que no la van a conseguir, al menos, entre mis cuatrocientas palabras, porque no me apetece que nadie disfrute a costa mía. Ni a costa de nadie.
Con todo, debo ser ecuánime y no ahorrarme descripciones ni adjetivos. Qué coño significan, en estas islas dejadas de la mano de Dios y tomadas por sus peores arcángeles, esos ridículos trapos con que engalanan colegios y puede que cárceles y hasta paredones. Cómo si quisieran poner la bandera de Islandia -otro archipiélago en el ojo de los huracanes- o la calavera y las tibias cruzadas de alguna que otra isla en los mares dictatoriales del Caribe o el mismísimo Pendón de la Conquista de Jaime I de Aragón, de Valencia y de Mallorca, Conde de Barcelona, Señor de Montpellier y de otros feudos de Occitania… No hay nada como buscar en la Enciclopedia Británica para encontrar hasta la lista inacabada de los reyes godos.
Que pongan y expongan, pues, lo que les plazca. Que nadie, en realidad, se fija en sus escaramuzas y si se fija es, quizá, por lo refulgente y químico de los colores. Que ya sabemos, también, que Miró teñía el sol de sus constelaciones de rojo y de amarillo y le añadía, luego, el nombre de España y el de Cataluña o el de Mallorca, el que fuera. No importan los nombres cuando todos son el mismo nombre, y el lugar en que vivimos los contiene todos. No importan los nombres, las banderas o las lenguas, si no buscamos un último nicho donde yacer y sí, qué menos, un lugar que explorar y reconstruir, si podemos. O nos dejan. No es difícil de entender, aunque no sé si lo he explicado bien. Diría que sí. Pues que así sea.

Etiquetas:

viernes, marzo 16

El enésimo fracaso

La Telaraña en El Mundo.

Ya no viste de Superman ni pega mamporros ni dice leches, creo, a nadie. Salvo, quizá, a sus hijos, que son legión y parecen clones sacados del baúl del tiempo en que la gente llevaba patillas y trajes ceñidos y la familia era algo más que un mismo apellido; era también una suerte de estigma, un frente común en un mar borrascoso. Pero, bueno, las cosas no han cambiado mucho.
Ruiz-Mateos, ahora, se pasea de juzgado en juzgado, con el rostro hierático y el gesto despectivo del que se sabe, quizá, abrumado por el peso sucesivo del fracaso. Como si una especie de sombra o parodia de lo que fue. O creyó haber sido. Con todo, hace unos años, cuando la publicidad de los pagarés de Nueva Rumasa interrumpía los telediarios, ya me parecía inverosímil que de las ruinas de Boyer -ahora en la UVI- brotara algo nuevo, limpio y, al menos, rentable. Hay que ver cómo se repite la historia y cuánto empeño ponemos en no enterarnos.
Con todo, me da que lo primero que debería hacer Bauzá -si es que, de hecho, puede hacer algo, con tanto recorte y déficit- es ampliar, asear y modernizar, con urgencia, los juzgados de Vía Alemania, aunque sea escamoteándole alguna gargantilla al Palacio de Congresos. No es de recibo aparecer, de continuo, en la mejor franja horaria televisiva y que toda España vea que nuestros juzgados no están a la altura -al menos, estética- de los personajes tan selectos que los visitan.

Etiquetas:

jueves, marzo 15

9 Años

Se me pasó la fecha, como de costumbre, pero este blog cumplió ya los nueve años. No sé si felicitarme o si llevarme las manos a la cabeza. Quizá ambas cosas, por qué no?

Etiquetas:

Los muertos de todos

La Telaraña en El Mundo.

Es circunstancial y pasajero, como todo, pero llevamos días con la ciudad dividida por franjas de sol y sombra. En las primeras se está muy a gusto, como si bajo el manto cálido de una caricia, mientras que en las segundas hace frío. Un frío áspero y nervioso. Sabemos que, muy pronto, las cosas serán distintas y que, en vez de huir de las sombras, nos refugiaremos en ellas y que su frío actual se convertirá en el único lugar habitable y el sol volverá a sus andadas, al plomo del desierto y al agobio, a las llamas ágiles de un horno en marcha, quizá en el corazón o las entrañas de un tren varado sin más destino que consumirse. Como nosotros.
Pero no hay forma de permanecer sólo en el sol o en la sombra y hay que aprender a vivaquear de un lugar a otro y así, y midiendo los tiempos, el espacio se convierte en un tablero cuadriculado donde somos peones y alfiles, torres, caballos o damas; y reyes solitarios, cuando la partida acaba. Nadie desea que se le acabe la partida.
Quizá toque, pues, buscar esa delgada línea donde sol y sombra sean la misma cosa y ambas y ninguna y haga frío y calor y el equilibrio nos obligue a distinguir qué somos y qué no. Hace ocho años -días después del 11M- salí a la calle a manifestarme por última vez. Hoy recorro las mismas aceras y rememoro la asfixia entre aquel gentío. Qué solos nos quedamos los vivos, cuando ni los muertos lo son, de todos, por igual.

Etiquetas:

lunes, marzo 12

El estruendo de los corderos

La Telaraña en El Mundo.
  
Igual creen que bromeo, pero no. Quizá el prestigio, la honradez y la autonomía de los gobernantes haya que medirlos por el número de huelgas que los sindicatos les convoquen. A Felipe González, por ejemplo, le cayeron cuatro en los catorce años que anduvo de inquilino en la Moncloa. Es mucho, porque tanto Suárez, como Aznar y, pásmense, hasta Zapatero, saldaron sus legislaturas con sólo una en su debe. O, mejor, en su haber.
Aun así, el récord de González peligra, porque a Rajoy ya le cayó la primera y tan sólo lleva tres meses y, encima, hay que reconocerle que se deja ver poco en los medios y que, si sale, es para airear sus reformas laborales y de ahorro -las suyas- o para recordarnos que España es una gran nación y, bueno, sí, le creemos, o no, ni por esas, pero nos reconforta que sea casi invisible, porque si hay algo peor que un presidente es un presidente ubicuo y locuaz; y si hay algo peor que el ruido es el silencio roto, según convenga, de los corderos. La rémora sindical. O el espanto de la OCB en estas islas.
Con todo, esta crisis no la arregla ni Dios, si no lo hacemos nosotros. Pero veinticuatro horas de crispación, pancartas y piquetes no auguran solución alguna a un colapso que, quizá por vez primera, no es sólo de valores sino, también, de realidades. Si el Estado del Bienestar es ya una irrecuperable utopía, lo suyo es irse vaciando de dogmas de fe y reinventarlo entre todos, no sea que reventemos hasta lo poco que de él aún nos queda. Si es que queda algo.

Etiquetas:

sábado, marzo 10

¿Manos limpias, manos vacías?

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que el juez Castro debe llamar a declarar a la Infanta Cristina?


Sí. Pero sólo para sumarnos al estado de exhibicionismo y morbosidad general, sólo por añadir unas gotas más de pérfida salsa rosa a los higadillos de la telebasura nuestra de cada día, sólo por salvaguardar las apariencias sálicas y dejar que el corro de los rumores se extienda, como un sarpullido infernal, por toda la geografía patria, la del telediario de las tres, cuando los pucheros encogidos chirrían y en las sucias hamburgueserías del alma se celebra el extraño ritual de la hoguera. Sí, que vaya la Princesa donde la Justicia y le diga al juez Castro lo que quiera, que vaya y que hasta le sonría y nos sonría, que declare sobre islas exóticas y paraísos fiscales, sobre consorcios catalanes, valencianos, baleares o vascongados, que deje su sonrisa real entre las garras de la codicia, que la esponjee y salpimiente con unas lágrimas, si puede y si quiere, y que luego, al cabo, acompañe a su marido y duque en el destino universal de lo único e inviolable. O de lo que quiera. Qué sé yo.
Ausculto la realidad y me asombro, leo los entresijos y me acojono. O me diluyo de estupor. Y de risa. Pero es sorprendente, o así me lo parece, el estruendoso empeño del Sindicato Manos Limpias en colocar a la Infanta Cristina ante las cámaras inocentes y el gas mefítico de la opinión pública. ¿Puro fetichismo o, quizá, otra cosa? ¿Es que alguien conocía de algo a ese sindicato? ¿Y esas manos tan limpias, en asuntos tan farragosos, qué tipo de manos serán, de qué estarán hechas, qué trabajos manuales serán capaces de hacer, qué esconderán, qué tramarán, qué juego malabar, cuál? Voy a su Web y leo, vaya por Dios, que son funcionarios públicos. Y muy constitucionalistas y muy de poner una gran bandera española por sobre el espeso batiburrillo de sus postulados. No esperaba menos. Ni tampoco más. La derecha ha de tener sus iconos, como los tiene la izquierda. Discúlpenme, si les hago el mismo caso. Omiso, claro.
Pero estábamos vistiendo a la princesa para galeras. Y sí, lo repito, es urgente que la llamen a declarar y que se sume a su marido y duque y que la manuscriban y que los hechos canten y que cuando diga «Yo no sé nada», el juez le objete «¿Y para qué, usted -o quizá, Su Alteza- ha venido?». Y que así se mantenga la ficción y la tesis de que la justicia es una y grande y además libre. O sea, manos limpias, pero no sé si vacías.

Etiquetas:

viernes, marzo 9

Nostalgia del despilfarro

La Telaraña en El Mundo.


Las cuitas legales me permiten alguna que otra digresión donde los protagonistas no son los imputados, fiscales o jueces, sino la sociedad entera. No conozco a Damià Vidal, pero sé que anda entre los bastidores de la trama Bitel, con muchos euros de por medio. También hay dos psiquiatras y, así, el espectáculo no puede ser más glorioso. La comedia humana en su apogeo. Material literario sobre el lodo, con la música del metal al fondo. Pura ebriedad.
No sé nada sobre trastornos bipolares o narcisismo. Mi euforia va y viene cuando le apetece, pero la ignoro. No me la creo cuando me halaga. ¿Cómo voy a creérmela cuando me denigra? No sé qué dirían, sobre eso, los psiquiatras. Lo suyo es trasladarnos frases antológicas y que nos las creamos. «Vidal se sentía tocado por la gracia de Dios». O «estaba arrepentido y quería crear un prototipo de submarino para restituir su imagen». Alguien así se merece cumplir sus delirios. Cómo no.
Otros que tal son los que, ahora, claman contra los recortes cuando, mientras gobernaron -ellos o los suyos, los que fueren, porque los hubo de toda ralea- vivían de la lujuria de las subvenciones. Ahí quisiera ver yo a los psiquiatras taladrando, con su fino olfato metalingüístico, las obsesiones de la OCB y de no sé qué, cuál, Consell de la Societat Civil y su ristra de manifestaciones convocadas. ¿Revolución permanente o nostalgia del despilfarro? Quién sabe.

Etiquetas:

jueves, marzo 8

La Marea Violeta

La Telaraña en El Mundo.

Uno se mira en el espejo de los otros y se ve y no se gusta del todo, pero se acepta, y comprende que este es el instante perfecto para tejer y destejer sus propias dudas sobre la igualdad y la desigualdad, las analogías y las diferencias, mientras intenta perderse -y se pierde- en el alambicado paisaje que conformamos, por entre las ramas del viejo árbol que nos da sombra y cobijo, y tormentas y hasta rayos, y de tal guisa andamos, como libros en una alacena o ropa expuesta, quizá intuyendo que juntos somos un proyecto de poema o no, no lo somos, pero hay procesión y hay procesionaria y nos gustaría abrir los ojos y verlo todo, al fin, de una manera distinta pero no, qué va.
Parece, pues, que algo falla y no muy lejos, sino en nosotros. Tanto por hacer, por escribir o vivir y, luego, las convocatorias son las que son y mira, para este viaje, qué alforjas y qué peajes. O vaya tortura.
Hoy, la Plataforma per la Igualtat, junto al Consell de les Dones, pone en marcha su anual caravana de delirios y se olvida de las recomendaciones de la RAE, que aquí qué más da sexo o género, si sólo hay lengua y un ridículo pasacalles donde arden las astas de la cordura y su resplandor es una broma y la llaman la Marea Violeta o algo así, y telefoneo a mis amigas y les digo que las quiero mucho, pero que no me esperen, porque me he perdido, ya lo dije, y tardaré siglos, creo, en rencontrarme. Paciencia.

Etiquetas:

lunes, marzo 5

Zarcillos y mazmorras

La Telaraña en El Mundo.

Lo de la burocracia rozaría el surrealismo si fuera un arte, pero como no lo es, sólo cabe verlo como una forma civilizada de tortura. Una lección de realidad entre Lautréamont, Sade, Standard & Poor's y las calles tomadas por el hedor de los bonos basura. O la sucia prima de riesgo de las autonomías. Una humillación a cuenta del polvo que somos y seremos, mientras en la ventanilla virtual del desespero una chica rubia masca chicle y exhibe unos pírsines en los labios y un zarcillo en la nariz. Ni te mira, pero da igual. Sonríe. Y tú haces lo mismo, porque te sabes dislocado y etéreo. Mejor alejarse y hurgar en la memoria.
Te recuerdas, ajetreado, buscando documentos -cada uno en un distrito otro de la gran maraña administrativa- para respirar, al fin, de alivio, pero no. O no aún, porque todo lleva su tiempo y así, un año después, recibes un aséptico y bilingüe correo certificado, donde se te informa que falta algún papel o timbre y, claro, no ha lugar. Nada.
Se te emplaza, eso sí, a reclamar a mano alzada o cómo se te ocurra, pero para qué, piensas, si siempre te habrá de faltar algo y no hay forma de saber qué. Ni de coña. Con todo, y porque debo ser muy optimista -o quizá todo lo opuesto-, hace unas semanas regresé a esa misma conserjería del CIM para despejar mis dudas sobre el incierto asunto. La cosa fue. ¿Bien? Pues ni idea, pero ya les contaré. No hay otra que darle vueltas al castillo por ver de hallarle la entrada. Y, mejor aún, si la salida. De la mazmorra, claro.

Etiquetas:

sábado, marzo 3

Gasolina por sangre

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que es justificable aplicar el céntimo sanitario para combatir el déficit fiscal?

Sí. Parece que, si se cumplen los augurios -que siempre suelen cumplirse, sobre todo si no son buenos-, la gasolina nos va a costar todavía algo más de sangre; y viceversa. Cada kilómetro entre nubes de humo y estupor recauchutado, radares ocultos, adelantamientos y sonoros bocinazos -por no hablar de la ristra diaria de fallecidos, accidentados y demás víctimas colaterales- nos va a servir, nos dicen, para que sigan goteando, siquiera una gota más, las parsimoniosas bolsas del suero, para que no se apague del todo la parpadeante luz de los quirófanos, para que el patio abarrotado de las listas de espera escampe un algo o, quizá, un mucho, y a los pacientes no los solucione -o finiquite- el inexorable paso del tiempo, la desidia, la infección o el desahucio final, sino la fría disección del bisturí y la ciencia, el urgente remiendo de los servicios sanitarios.
El tema, no obstante, es más prosaico que otra cosa. Hay un déficit que enjugar o enjuagar -como si unos dientes postizos- y unos cajones repletos de facturas que ni se sabe de dónde vienen. O sí que se sabe, pero qué más da. Aquí los políticos son irresponsables del balance de su gestión y así nos va. Mal. Muy mal. O pésimo. Otro gallo nos cantaría si, cuando tocasen a rebato, las cuentas hubieran de estar claras y el debe y el haber fueran, en fin, la misma cosa. No es pedir mucho pero, por lo visto, sí que lo es. ¿Hasta cuándo?
Pero pasa, también, que no nos gustan nada los impuestos y que nos cabrea mucho que, como de costumbre, paguen siempre justos por pecadores y que el despilfarro de unos pocos -o no tan pocos, porque eran y son legión- lo tengamos que pagar los ciudadanos de a pie. O de a coche, si es que aún no nos lo han embargado o nos queda algún punto en el carné de conducir. Claro que a todo se acostumbra uno y un transvase, aparentemente ético, desde la gasolinera al hospital merece, quizá, si no nuestro aplauso más entusiasta, sí, al menos, nuestra más que resignada comprensión. Así las cosas, voy y me aprieto el cinturón una muesca más -otra- y aunque casi ya ni respiro, no pienso quitarle el ojo a ese céntimo milagroso, para que vaya donde ha de ir y no nos lo distraigan o sisen o confundan en algún parpadeo, que ya se sabe que la mano es más rápida que el ojo y que la época de los juegos malabares debiera haber pasado y, además, para siempre. No sé yo.

Etiquetas:

viernes, marzo 2

Los hombres huecos

La Telaraña en El Mundo.

Es cierto que en la foto última, la del éxtasis y el canto gregoriano de «La Internacional», tan sólo se advierten un par de puños alzados, pero eso no hace sino confirmar el perfil en llamas de la tragedia. El XII Congreso del PSIB, que iba a ser el de la renovación y la savia nueva, se convirtió en la eclosión anunciada del nacionalismo más rancio, el de Francina Armengol y su séquito de convidados de piedra, tan sonrientes ellos -y ellas- en el limbo donde no cabe otro credo que el retorno a la Prehistoria, las antorchas titilando en el hogar de las cavernas y la oscuridad adentro y afuera. Ah, la tribu y sus miedos ancestrales.
Pero los lugares estrechos sólo engendran seres estrechos. E ideas mezquinas y serpenteantes que sólo sirven -si sirven- como manual de supervivencia o guión de telebasura. Cuando todo es puro espectáculo siempre hay una claque y un gallinero repleto. «Rebelión en la granja». Orwell redivivo. «Homenaje a Cataluña». O algo así.
Pienso ahora en «Los hombres huecos» de T. S. Eliot y dejo revolotear el corro triste de los niños, el pelaje de las ratas o la brisa gris sobre la humanidad entera. Dejo, también, que otra música me envuelva mientras, en el piélago de los viejos conceptos, la lengua, la etnia o la localización geográfica se convierten en meras excusas para el olvido y el despilfarro. Pero el de Armengol ha sido, es y será, un embargo en toda la regla.

Etiquetas:

jueves, marzo 1

Festejos y alergias

La Telaraña en El Mundo.

Lo de hoy, sin duda, es algo grande. El Día de las Islas Baleares. Pero no sé si lo es para todos o sólo para algunos. No importa. Es festivo oficial, y eso ya me vale para intuir que la ciudad amanecerá bastante sombría. Con todo, a Bauzá ya le otorgaron, ayer, el Premi Ramón Llull de una silbada colectiva, a cargo de «Mallorca Endevant», que no sé si es la vanguardia virtual de alguna greguería o la imaginaria lactante -y a la boloñesa- de la UIB, en plan ocupa consentido y en huelga. Qué maravilla de programa de festejos.
Pero voy, también, repasando otros pleitos y la realidad se me sigue eclipsando y se me vuelve arisca y grotesca, gestual, quizá muda. Horriblemente silenciosa, no por falta de ruido, que lo hay de sobra, sino de substancia, inquietudes y expectativas de peso.
Todo parece remitirnos, tanto en la esfera cultural o política, como judicial, a una tácita voluntad de ignorancia o destierro. La realidad, pues, decae y las culpas son siempre del otro o, mejor aún, de los otros y del infierno que se empeñan en ser -cómo no- los otros, cuando lo que sucede es que ya no parecemos capaces, siquiera, de ser quienes somos y de asumir el propio infierno particular, íntimo y hasta demasiado humano, con sus cruces y dédalos, sus baldones, su horizonte tullido y su callejón sin salidas o con ellas. Quisiera ver danzar ilusiones. O alegrías. Pero sólo hay bonos basura. Y alergias.

Etiquetas: