LA TELARAÑA: Dopaje y mística

viernes, febrero 10

Dopaje y mística

La Telaraña en El Mundo.

Algo han de decir, supongo, los que nunca ganan nada. Quizá por eso, la prensa y televisión francesas -sobre todo, Canal Plus France- la han tomado con Rafael Nadal, como efecto colateral del increíble, y casi que eterno, asunto de Alberto Contador, su pellizco de filete, o de lo que sea, en vena, y el ya muy manido asunto del dopaje, galopando entre la hipocresía general y la música de los himnos patrios. No ganan por casualidad, nos dicen, y ahí sí que hay que darles la razón. No se suben, por ejemplo, las rampas del averno sólo por azar. Hay que ponerle, también, mucho esfuerzo, preparación y hasta puede que mística.
Aquí ya llego a uno de mis territorios favoritos. No creo que Nadal, Contador o la selección española de fútbol entren en trance como si fueran Teresa de Jesús o Juan de Ávila. Tampoco que hallen su plenitud en el dolor y las llamas purificadoras de un campo de batalla y una hoguera, como Jeanne d'Arc, 600 años después de su nacimiento. Nada de eso.
Hace ya tiempo que el deporte profesional se convirtió en competición pura y dura. En un negocio político, donde las medallas mueven voluntades y dinero. El atleta será de carne y hueso, pero también es el resultado de muchas reacciones químicas. A unas las llaman dopaje y a otras, éxito. Con ese pacto se estimulará luego el gentío, ávido de trocar penas por alegrías. Y a mi no me parece mal que sea así. Ni bien. Tampoco.

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