LA TELARAÑA: Sol, playa y torbellinos

sábado, diciembre 24

Sol, playa y torbellinos

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que la elección de un ministro de Canarias para Turismo perjudica a Baleares?

No. Para nada. ¿Con Jaume Matas de Ministro de Medio Ambiente, en la última legislatura de Aznar, la cosa olía diferente por estas Islas? ¿Empezó a oler a lavanda y fresas salvajes, quizá, cuando se vino a gobernarnos en persona, con la ayuda de Maria Antònia Munar, año 2003 y sucesivos? Pues no. O eso creo, porque no es fácil distinguir entre una cloaca y otra. Y si el primer gobierno de Antich, con la inevitable Munar a cuestas, ya apestaba lo indecible, el de Matas, también con Munar de abanderada, siguió apestando como si no hubiera brisa alguna capaz de renovar el estanque dorado de las aguas muertas. O el Nilo del asfalto. No preciso acudir a la hemeroteca, porque hay olores que nunca se olvidan y sobra con atender a cuanto ocurre, aún, en los juzgados. Y ni importa, por supuesto, que mi pituitaria -con tanto hedor sucesivo- ya no sea la que fue. Quizá esté para el arrastre. Hastiada. O inservible. Rota tras un permanente estado de alarma. Tiesa. Momificada y tullida. Abúlica. Asertivamente flemática.
No le veo, pues, ningún problema a que alguien nacido en Canarias, y apellidado Soria, se dedique a sacar adelante ese ente difuso y casi virtual en que acaba convirtiéndose el Turismo, cuando lo que importan son las cuentas globales y no las del chiringuito de turno. Hay un sol rojo y una especie de palmera negra sobre una playa amarilla -o algo así- en el logo alucinado de Joan Miró, que no sé si es el de la marca actual de España, pero sí que es, al menos, el único que recuerdo. En esa imagen se insinúa un torbellino; pero el sol, la playa y hasta la palmera son de todos. De Las Palmas y de Palma, de Palma de Mallorca, por supuesto.

Pero hay más. José Manuel Soria no sólo es Ministro de Turismo sino que también lo es de otros sectores importantes, como son Industria y Energía. Nada menos. No nos vendría mal espabilar en esos dos temas -como en tantos otros- para no tener que andar mirando los cielos como náufragos sedientos de buen tiempo y de turistas de piel blanca, si no albina, y gaznate ávido de vino y rosas. No nos sobrarían algunas pinceladas de cordura administrativa y, sobre todo, de I+D+i, que no es ninguna fórmula exótica o cuántica, sino el mejor salvavidas en caso de tormenta, de terremoto, de tsunami. No están los tiempos como para ir dejando cabos sueltos y tumbarse, encima, a la bartola. O eso me temo.

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