LA TELARAÑA: El guiñol navideño

jueves, diciembre 22

El guiñol navideño

La Telaraña en El Mundo. 

Arrogarse una representatividad cualquiera y ponerse, luego, el mundo por montera suelen ser casi lo mismo. Un acto de exaltación de la propia jeta y ombligo, una manifestación paradójica -y paródica- de la secta y sus fieles, en la que poco importa lo que ocurra, porque sólo cuenta exhibirse y, más aún, ser vistos. ¡Ah, sí, ser vistos y, a ser posible, hasta glosados! Vaya orgasmo en las páginas de la prensa adicta o en las líneas y ecos convulsos de las televisiones y radios afines. Todo un espejismo a borbotones, toda una farsa a raudales, todo un esperpento en marcha. Algo sublime.
Me refiero, claro, a los fastos de la OCB y a la entrega de no sé qué Premios 31 de Diciembre, su fiesta nacional o la nuestra, su imperio de subvenciones, su orla de sonrisas ilustres o, quizá, descarriadas, su nómina de escogidos, su música de fondo, su eco de siempre. ¿Qué hacía ahí Monserrat Casas, se supone, supongo, que representando a la UIB? ¿Y qué hacía mezclada con los grandes patrones -Armengol y compañía- de la nave que va, eso es seguro, pero que no llega, ni por asomo, a la UNED?
Pero la Navidad ya está aquí. Ya reluce. Ya repica. Nada mejor, pues, que completar este breve guiñol navideño con la peregrina imagen de Miquel Nadal comprándole tres mil entradas a Pere Serra para visitar -es un por decir- Can Prunera. Viva el turismo cultural. Y la madre que nos parió. Felices Fiestas a todos.

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