LA TELARAÑA: Sálvese quien pueda

sábado, octubre 22

Sálvese quien pueda

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree acertada la decisión del Govern de eliminar las subvenciones a sindicatos y patronales?


No. Pero no por exceso, sino por todo lo contrario, por defecto. Repaso la última publicación del BOIB y me encuentro con la retahíla acostumbrada de subvenciones, unos catorce millones de euros que vuelan, entre otros lugares de lo más variopinto, a las arcas del IMFOF, al ayuntamiento de Manacor o al de Ibiza. ¡Hasta a la OCB le llueven, también, cien mil euros! Y todo aparenta ser un dar y no parar, una lluvia de dineros que no se sabe muy bien para qué sirven, porque van y luego no vuelven, desaparecen, se diluyen en no se sabe qué selva negra y obras son amores y no, nada, por mucha ayuda que se lance al río el náufrago se ahoga y el remolino se lo traga y las arenas movedizas lo engullen y adiós a los dineros y el desastre ya está servido y la caja siempre está vacía o peor aún, está repleta de agujeros negros como pozos sin fondo, de cuentas sin saldar porque hace ya tiempo que se perdió el sentido del equilibrio y la mesura es sólo una palabra inútil, el último eufemismo del derroche selectivo, esa imparable carrera hacia el abismo. Estamos ante él y sólo nos falta dar un único paso al frente. Sólo uno.
Y ahora va el vicepresidente económico del Govern, Pep Ignasi Aguiló, y suelta, actualizada, la del anciano Perogrullo: «Las relaciones con los agentes sociales no pueden ser mejores o peores en función de las ayudas que puedan recibir». Y sí, tendrá toda la razón del mundo, es muy cierto, pero también tendrá que poner, y urgentemente, cara de póker o de algo más, una escalera de colores, por ejemplo, para que no se le note el temblor y el ánimo conciliador, la imprescindible prevención defensiva un instante antes, uno sólo, de que los sindicatos, esos entes legal y socialmente depredadores, le salten a la yugular y se lo merienden. Visto y no visto.
Pero tiene razón -sin saberlo ni quererlo, claro- el STEI-i cuando pide, aunque sea retóricamente, que se eliminen, también, las subvenciones a los partidos políticos. Claro que sí. Estamos de acuerdo. Hay que eliminar cualquier gasto superfluo y no sólo eso, hay que dejar de ponerles paños calientes y ungüentos mágicos a las instituciones que no puedan valerse por sí mismas. Que los sindicatos vivan de sus propios afiliados. Que lo mismo hagan los partidos políticos y que cada cual aguante su propio palo y su propia vela. Pero que soplen, en definitiva, los mejores vientos para todos.


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