LA TELARAÑA: Inmersiones y conjunciones

jueves, septiembre 15

Inmersiones y conjunciones

La Telaraña en El Mundo.
Como no me gusta negociar con mi salud y mi tiempo bajo el quebranto demoledor del sol ni, tampoco, yacer varado, como un deleznable llaüt de Plessi, sobre la arena de las playas -aunque nunca se lo prohibiría a los que disfrutan haciéndolo- he aprovechado el asfixiante calor del verano para ir escribiendo un nuevo libro; no sé si de sudor o si de tinta, pero eso es, por ahora, lo de menos. Ya lo averiguaré cuando el calor remita. Si remite.
Pero la realidad y la ficción se me entremezclan y acabo, casi, sin distinguirlas. ¿Por qué habría, además, de hacerlo? Todo va como viene y este instante de ahora -este mismo- es un lugar complejo donde se superponen el ayer, el hoy y, por supuesto, el mañana. Quizá por ello, mientras la novela de George Orwell, 1984, aparece, de refilón, en varios de mis versos, recién acabo, también, de reencontrármela entre los titulares de la actualidad. Será que el neolenguaje es algo muy antiguo y que el día a día no hace sino recordárnoslo.
«Por un país de todos, la escuela en catalán». Algo volátil -retórico y hasta, quizá, imposible- engarzado con el filo real de una guillotina o con el yugo de unos bueyes, se supone que arando, con sumo esfuerzo, las cuatro barras del mismo país que se trata. Conjunción, en vez de inmersión, le dicen ahora. Lo mejor de la neolengua es que cuanto más imbécil se es, más sentido, aunque único y sin retorno, se le encuentra.

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