LA TELARAÑA: Diez años y un día

lunes, septiembre 12

Diez años y un día

La Telaraña en El Mundo.

Diez años y un día podría ser el tiempo de una condena en alguna película americana donde los abogados y fiscales, con la venia del Juez y bajo la mirada curiosa -o aturdida- de los jurados, intercambian dosis de libertad o cautiverio por información, dinero o cualquier otro valor al alza. Ya me gustaría saber cómo se tratan, si se tratan, estos asuntos en los tristes y abarrotados juzgados de Palma.
Diez años y un día son, obviando la aberrante Diada de ayer y a la espera de la de hoy, el tiempo transcurrido entre la masacre de las Torres Gemelas de Manhattan -la Zona Cero de una forma de vida que, entre llamas y alaridos, inició su extinción- y el impreciso instante en que escribo estas líneas sin saber si lo que sobrevive o se retuerce, en ellas, son mis propios recuerdos o los de algún delirio colectivo.
Hace diez años y un día yo estaba cómodamente sentado ante un televisor en un lugar remoto, pero hospitalario, de la provincia de Barcelona. Allí, y en vivo y en directo, Matías Prats empezó a narrarme las primeras secuencias de un horror que parecía de verdad, sí, pero que, de hecho, no podía serlo. Nada de lo que vemos en la pantalla suele serlo. Por ello, quité la voz, casi al instante, y me quedé a solas, con el alud de cadáveres lloviendo de los cielos y con ese olor repugnante a Realidad, que ni en la peor de las pesadillas nos habría sido dado percibir, imaginar ni, por supuesto, soportar. Allí donde ya no existe el lenguaje, tampoco existimos nosotros.

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